Hemos llegado al final de un nuevo año, al menos en lo futbolístico, y creo que es la primera vez que me alegro de que esto suceda. Sí, debo estar grave. ¿A qué ser humano en pleno uso de sus facultades le gusta que se termine el fútbol del equipo que ama hasta el año que viene?
Reconozco que en un par de semanas, cuando lo único que tenga para ver sean los fantásticos especiales de TyC Sports (que a este ritmo, me los voy a aprender de memoria), voy a estar a las puteadas para volver a ver a Newell’s. Pero hoy por hoy, es imperativo que termine el año.
Estas últimas fechas han sido un fiel reflejo de los últimos tiempos leprosos. Un equipo que busca los partidos sin orden ni concierto, apoyados en un Unsain con un futuro enorme, en la categoría de Maxi Rodríguez y en el empuje juvenil de Boyé y Denis. El resto del equipo, con suerte, se pierde en la intrascendencia. Queda tirado en la cancha como un globo al que se le extrajo el aire.
Así como se vio una renovación en las formas (aunque no juegue tan bien, este equipo no se sonroja si hay que ponerse el cuchillo entre los dientes), habría que encarar con firmeza una renovación en los nombres. Es fundamental reforzar la defensa y tener un recambio en la misma, apuntalar el medio y cubrir el lugar que va a dejar Boyé, que no se fue y ya lo estamos extrañando.
El mercado de verano va a ser fundamental para que este equipo recupere el protagonismo y las ganas. Necesitamos una bocanada de aire para volver arriba.
Por lo menos, así lo siento yo
ADELANTADO LEPROSO - @Fran_Cinelli