El Cervecero mejoró, hizo méritos, ganó e incluso logró gustar. Si bien con Falcioni se habían visto buenas intenciones más de una vez, costaba demasiado sumar, algo que al principio podía ser meramente táctico pero progresivamente se convirtió en un peso psicológico. Es como que los jugadores necesitaban un cambio en la cabeza, y en el primer partido de Sava como entrenador, se notó.
El domingo en el Centenario se vio una proyección distinta, triangulación constante, muchas jugadas colectivas de toque rápido, agresividad pronunciada y presión en campo rival. Quilmes presentó otra idea y en todo momento buscó mecanismos para llegar a ella, a pesar de que todavía falte mucho por fortalecer.
No obstante el buen rendimiento grupal, voy a hacer menciones especiales para los que nos acostumbraron a estar intranquilos, Benítez y Scifo. Me hicieron acordar a un capítulo de Los Simpsons en el que Bart compite en carreras con un caballo desconocido y el relator dice algo como "el caballo del que nada se esperaba, nada está haciendo".
Por suerte para ellos y para todos, sus groserías quedaron tapadas por rendimientos como los de Gómez, Braña o Pérez Godoy. La macana de cada partido de Benítez que terminó en gol, o la peligrosísima forma de no marcar de Scifo y su mano a mano en posición de gol tirado al lateral, esta vez, pasaron a segundo plano.
Igual, capaz que estoy analizando demasiado y la respuesta a por qué se ganó es una mezcla incoherente entre la matemática y lo incomprobable. Así como "negativo por negativo da positivo", nuestro caso fue similar. Un Quilmes mufado, frente a Racing que es la mufa hecha cuadro, con el debut de nuestro DT que es confeso hincha de la Academia y, como si fuera poco, colorado, con la fama que tienen. Mufa por mufa, por mufa, por mufa, igual a triunfo del Cervecero. El resultado me convence.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO CERVECERO - @Adrian28qac
