Es más que una final
de Copa Libertadores. Es más que una simple Copa hecha de andá a saber qué metal. Es más que un anhelo, más que una obsesión que ha sido
esquiva a lo largo de nuestra historia. Sólo el hincha genuino de River
sabe lo que significa, realmente, esta final. Este día. Hoy. Ni ayer, ni
mañana, ni pasado. HOY. Esta, es nada más y nada menos que la chance de consolidar un momento,
de retratarlo y recordarlo a lo largo de la historia. De poder decirle a
tu hijo en no se cuántos años: "yo vi al River de Gallardo". "¿Pero cómo
papi? ¿Si no se había ido a la B?" "Si nene, pero volvió y en tres años
fue campeón del torneo local, de la sudamericana, y llegó a una final de
Libertadores". Es la espina que tuvimos clavada todo este tiempo y está a
90 minutos de salir. Es el logro máximo. La posibilidad de demostrarle
al mundo que River es grande de verdad. Tiene un valor simbólico.
Nadie más que nosotros, sabe el sufrimiento que pasamos. Nadie más
que nosotros, sabe lo que es que te lata el corazón a mil por que no le
podés hacer un puto gol a Boca Unidos. Nadie más que nosotros, sabe lo
que fue levantarse un fin de semana a la mañana para ver si Chacarita le
cagaba el ascenso a Central, y gritar uno tras otro los goles de los
tricolores. Nadie sabe lo que es ese desahogo de decir "volvimos al
lugar del que nunca nos tendríamos que haber ido". Qué mediocres,
festejando ascensos. Sí, pero había un 1% de esperanza de volver a ser. Y
renacimos. ¿Quién carajo se iba a imaginar que en tan poco tiempo íbamos a estar acá?
Nadie. Vino esta dirigencia (a la
que critico en muchos ámbitos), la pegó con el manager, que a su vez la
pegó con el DT, que a su vez la pegó con los refuerzos, que a su vez le
pegó con los cambios, y que a su vez tuvo el culo más grande que una
casa para que resultados ajenos nos den el pase a Octavos. Después, hubo
un equipo que ENTENDIÓ cómo jugar estos torneos continentales. Si, mirá que me da un asco terrible decirlo, eh, pero River entendió a Boca.
Qué se le va a hacer. ¿Hubo fútbol? Sí, de a ratos. Pero los jugadores
sacaron situaciones adelante cuando las piernas y la cabeza no
respondían. Eso te llena el alma. Ver cómo once tipos tratan de jugar, y
cuando no pueden no se resignan y dicen "acá estoy, la tengo de treinta
centímetros, y si me querés ganar, me vas a tener que matar".
¿Pero sabés que pasa? De los segundos no se acuerda nadie.
Si se pierde hoy, muchas gracias, hasta luego, y en un mes ya se
olvidaron todos del tremendo proceso futbolístico que se armó. Se
desarma el equipo y olvidate, andá a armar otra vez un grupo de tipos
que sean tan unidos dentro de la cancha como este.
Entonces,
es la oportunidad, viejo. No se TIENE que escapar. Y digo TIENE porque
puede escaparse. Esto es fútbol. Y contra los dólares de los narcos
mexicanos no se puede hacer nada, más que agachar la cabeza y jugar.
Trapo, Camilo, Jony, Ramiro, Piri, Carlos, Colo, Leo, Nico, Lucas y
Fernando, están a un esfuerzo más de estar en las páginas doradas del
club más grande de la Argentina. Consoliden el esfuerzo. Recíbanse de hombres y de futbolistas.
Jueguen, metan. Medio país los apoya y el estadio se les va a caer
encima. No hay excusas. Que las lesiones, que las suspensiones... nada.
Esta es la chance de tocar el cielo con las manos que toda una
generación que vivió el infierno soñó. Terminen de resucitarnos.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO MILLO