Hace unos meses que se estrenó 50 Sombras de Gray, recaudando millones por todo el mundo, pero de a poquito la gente ya se olvidó del tipo lleno de plata y de la piba inocente que le gustaba sufrir… Sin embargo, en Victoria parece haberse estrenado una vez más la misma película.
Partido tranquilo, ganando por un gol (¿de quién sino del Chino?), de pronto una roja para el rival y nos vamos al descanso arriba en el marcador y con un tipo de más, como pasaba hace unos meses contra Huracán. ¿Mejor escenario que éste para arrancar el complemento?
Pero de la misma forma que contra el Globo, el empate llegó apenas comenzada la segunda etapa. Podemos decir que Sand estaba adelantado, podemos decir que fue un pelotazo al voleo que le cayó al delantero de casualidad, podemos decir cualquier cosa, pero la realidad es que Tigre se complicó solo, dejándose estar en lugar de liquidando al rival.
Y a correr de vuelta, a desesperarse, a tirar centros a la olla, a embarullarse, a atacar con mucha gente pero sin ideas, a empezar a hacer faltas ante la desesperación de no poder recuperar al segundo la pelota, a sufrir… Una vez más… A sufrir.
La suerte parecía echada. Una nueva oportunidad de meterse en el lote de arriba que pasaba de largo. A lamentarse durante todo el receso las oportunidades perdidas. A mirar para abajo y patear la tierra.
Pero llegó la jugada del final, un centro al área, 40 personas en dos metros cuadrados y una mano que el árbitro decidió transformar en penal… Mano sin lugar a dudas, pero con muchas incógnitas en cuanto a la intencionalidad de la misma. Revuelo de jugadores del Tiburón alrededor del juez, una roja por acá, una amarilla por allá, nervios, gritos, el estadio: una caldera… pero CL7 tomó la pelota, la puso en el punto del penal, y tranquilo fue hacia ella para indicarle el camino a la red.
Fin de la película, fin del sufrimiento… y el héroe sigue siendo siempre el mismo.
Por lo menos, así lo siento yo.
ADELANTADO MATADOR - @Matador1MA