17 de marzo de 2023. En el día de la fecha, el presidente de la AFA, Nicolás Magaldi, prohibió que los jugadores de Primera División festejen los goles. En una conferencia improvisada sobre la vereda de la calle Viamonte, el ex-conductor televisivo y actual pareja de Guillermina Valdez, comunicó que las celebraciones de los goles serán penadas con cadena perpetua. La decisión es consecuencia del festejo del pasado domingo, cuando los jugadores de Vélez decidieron suicidarse luego de convertirle un gol a Atlético Rafaela.
Todo comenzó con una ocurrencia de Daniel Osvaldo en 2015, quien copió una idea de Totti y se sacó una selfie con sus compañeros. A partir de allí, comenzó una competencia por tener el festejo más ocurrente y original. La semana siguiente, Cavenaghi se comió una cámara de fotos con teleobjetivo incluido, y Matos se subió al lomo de Ortigoza, se sacó una selfie con una polaroid, y al dorso escribió “Recuerdo de un viaje en camello”. Pero luego de un año, las fotos ya no causaban gracia, los recursos se agotaron, y el eje temático viró hacia la música. Por ejemplo, el plantel de Arsenal festejó un gol en el último minuto con la coreografía entera de la canción “Macarena”. La fecha siguiente, Mario Yepes convirtió de cabeza y bailó el pole-dance o “baile del caño a Yepes”, valga la redundancia. Envalentonado por la propuesta, Belgrano realizó la mímica del “Meneaíto”, lo que causó una triple fractura de tibia del Chiqui Pérez. Turistas, periodistas, y fans de Wanda de todo el mundo vinieron a analizar el fenómeno local.
Para 2016, los festejos de los goles tomaron un rol preponderante, y eran tan extensos que tenían entretiempo para descansar e ir al baño. Colón de Santa Fé, con Flavio Mendoza en el banco, fue el precursor en invitar personalidades a los festejos de los goles: una noche en el Cementerio de los Elefantes celebró un gol y en el medio del griterío apareció Enrique Pinti en tanga, quien ofreció un monólogo bastante denso sobre la historia del flan con dulce mientras practicaba aquadance. La evolución de eso fueron los festejos “Featuring”. Se recuerda con nostalgia el de una conquista de Romero, un jugador de Vélez que entonó su gol con Tan Biónica como banda invitada.
El año siguiente estuvo marcado por el sexo. Mouche, el capitán de Boca, fiel a su esencia, era a quien mejor le salía el “perreo”, un movimiento que consistía en tirar todos los centros a la tribuna y acostarse con alguna vedette después del partido. Por su parte, el equipo de Independiente sorprendió realizando un festejo que simulaba la realización de sexo tántrico entre los mismos jugadores, lo que la prensa no dudó en llamar “festejo Luis Alberto Islas”. La fecha siguiente la Academia subió la apuesta y realizó un pete a cada plateísta, en lo que se conoció como “Festejo Bastía”. Aunque sin dudas, el más recordado fue el festejo del Lobo de La Plata en el único clásico que ganaron en lo que va del siglo, la mismísima ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner ingresó al campo vestida de porrista, se clavó una cinturonga, se trepó al alambrado y exclamó: “Acá tienen a Gimnasia de la chota y del choto, pincharratas y pincharratos, del orto y de la orta”.
En cambio, en el año de la Copa del Mundo de 2018, los festejos tuvieron una temática rusa. Algunos jugadores con aires de intelectuales recreaban pasajes de la obra de Tolstoi o Dostoievski cada vez que hacían un gol. Algún que otro jugador de Olimpo, confundido, celebró cortando una manzana en honor al “Ruso” Sofovich. Incluso el Tata Martino se vio influenciado por esta corriente: soñó que el Ruso Rodríguez levantaba la Copa y lo convocó al certamen. Finalmente la Selección Argentina quedó eliminada en octavos contra San Marino, pero eso es otra historia.
En los últimos años, los festejos fueron aumentando su nivel de violencia. Chacho Coudet, DT de Rosario Central, desconectaba los parlantes y se los revoleaba al que convertía el gol. Tras varios “parlantazos”, los jugadores erraban los goles por miedo al festejo. Por su parte, cuando inflaban la red, los jugadores de Quilmes lanzaban una escupida al cuarto árbitro, todos a la misma vez y en forma coordinada. El único plantel que no entró en ese juego fue el de Newell´s, que festejaba imitando a su hinchada: congelado, en silencio, quietito, como una estatua.
Y como el argentino es transgresor y competitivo por naturaleza, la tragedia no tardó en llegar. El fin de semana pasada debimos lamentar la muerte de los jugadores y de toda la parcialidad velezana cuando decidieron quitarse la vida en el festejo más original que jamás existió, y que se llevó un total de 18 vidas. Desde este espacio deseamos que esta nueva medida contribuya a que cada uno de nosotros festeje lo que tiene que festejar y a quien tiene que festejar en ámbitos privados y sin dañar a nadie.
ADELANTADO DEL TIEMPO