Tengo la más profunda convicción de que el día de hoy el destino me ha sido esquivo. Creo que el lenguaje corporal a veces refleja los dolores del alma. Me parece que no me vi recompensado al intentar brindar buen fútbol, y el azar ha tendido en mí las redes de su trampa primitiva y traicionera. Guardo una pequeña duda de cómo hubiera respondido mi cuerpo ante un estímulo distinto, una destreza física menos exigida. De lo que estoy absolutamente seguro es de que me lesioné por pajero, por hacer boludeces con la pelota, por intentar gambetear como si fuera Ortega y tener menos cintura que mi abuela muerta, por no haberla tirado al córner o por no haberla reventado a la reputísima madre que me reconcha parió por malcogido y cara de kiosquero virgo que tengo.
Arruabarrena: “Estoy contento por el resultado, no por el juego”.
El juego me chupa un huevo. No le interesa a nadie. Aparte, acá en Boca ovacionaron a tipos que no podían parar una pelota sin que se les enreden las gambas: el burro de Palermo, el inútil de Schiavi, el inhábil de Serna… Encontrar en Boca a alguien que pida buen juego es como intentar ubicar a un comunista haciendo cola en McDonald’s, o como divisar a un negrito africano haciendo modelaje para Key Biscayne, o como pescar a una prostituta en la concentración de un club… ah, no, eso pasó hace poco, bueno, pero lo del negrito en Key Biscayne está bien.
Albertengo: “Justito, pero entró…”.
¡Pero qué ojete que tuve! Entró de pedo, tuve más culo que Palermo. Había más posibilidades de que Polino noqueara a Mayweather de un sopapo a que esa pelota entrara de la forma que se metió. Entró más ajustada que chupín de Fernando Niembro. La última vez que la había metido tan justita fue cuando tenía 13 años y le quise coger una Barbie a mi hermana más chica para ver qué onda. Hay una sola palabra para definir mi gol y tiene cinco letras: o-r-t-o. Ah, no, son cuatro, qué pelotudo.
Chacho Coudet: “Estamos bien, están convencidos y quieren ser protagonistas”.
Esto es un milagro. Nadie puede creer que tengamos 9 puntos conmigo como DT. El entrenamiento lo dejo a cargo de Marco Ruben, que vino de España y alguna idea tiene. Yo los únicos videos que miro son los de Charango en YouTube. Eso de madrugar para ir a correr una pelotita como un boludo ya no es para mi. Los jugadores me miran y no entienden como un analfabeto puede tomar decisiones. ¿Protagonistas? De lo único que podemos ser protagonistas es de alguna festichola en el VIP de algún boliche de Rosario.
Bauza: “Por merecimientos no te dan ni un punto”.
Por merecimientos te pueden llegar a dar una bocha de puntos. Por ejemplo, yo tengo un primo que se volteaba a mi hermana cuando éramos pendejos. Los enganché en pleno garche y le metí un ladrillazo en la ceja. Le dieron 12 puntos y se lo merecía. Pero evidentemente en el fútbol es distinto, podés estar cagando a pelotazos 90 minutos a un equipo con más muertos que avión malayo y empatar, o peor aún, irte con el culo roto, aunque en ese caso capaz algún punto te dan. No sé, habría que preguntarle a Bastía.
Cocca: “Lo más importante es que Bou no pierda el piso. Tiene que seguir trabajando para el equipo y eso le va a permitir destacarse”.
Lo más importante es conseguir el teléfono del brujo que fue a visitar Bou, quizás nos pueda ayudar con algún trabajito para que Pillud deje de tropezarse. ¿O ustedes se piensan que lo de Gustavo es consecuencia del trabajo? ¡Se me ríen los huevos! Hasta hace un año tenía menos definición que el emo que hacía Capusotto en su programa. La gente no entiende nada, es muy Bouluda. Papá Noel, los Reyes Magos y el Ratón Pérez son menos mentira que el pibe ése. Hay que venderlo rápido, antes de que se vuelva más malo que el ébola.
Pellegrino: “Tuvimos eficacia en los momentos justos”.
Tuvimos al mejor chofer de micros que puede tener un plantel de fútbol. Lo acomodó espectacular, como le gusta al Diego: pegadito a la línea, hasta tuvo la inteligencia de cerrar la ventana para que no se filtre ninguna bocha, aunque después me enteré de que lo hizo para prender el aire acondicionado. Ni bien le dije a Verón cuál era la estrategia para ganar el partido, me trajo uno de esos colectivos rojos de doble piso que circulan por las calles de Londres. Se portó el presi, y yo que pensaba que iba tardar más en conseguirlo que en tirar el córner contra Suecia.