Pero al que no le pasó el tiempo es al Chino, a nuestro Chino, ese que puede ir a cualquier equipo del mundo, pero que sólo se siente en casa cuando juega para Tigre, ese que sacara la lengua hace 10 años haciéndonos delirar a todos en cancha de Platense, cuando toda este sueño comenzaba, el mismo que este fin de semana definió un partido difícil, que pasó de ser un partido chivo a ser un partido chino.
A un costado estaban los que formaron parte de ese equipo soñado, inclusive Caruso, que siempre tendrá un lugar en Victoria, y el Chimi, y el Patito, que también formaron parte de esto. Hoy ya no estará Campestrini, pero Javi quiere esa gloria, no estará Muñoz, pero Peñalba también quiere hacerle honor a esa camiseta número seis, se fue el cinco de toda la vida, pero está el pibe que creció a su lado, no tendremos al Paraguayo Peralta Cabrera, pero tenemos a un pibe de Colombia que ilusiona.
Y el Chino les regaló esa definición, ese triunfo, ese festejo que nos remonta al 2004, no por la importancia del partido, pero si por el recuerdo, por la nostalgia, por saber que si bien pasaron diez años, al Chino todavía le queda cuerda, todavía nos da alegrías.
Y con el cierre nos dejó un mensaje, basta de pensar en los promedios, a pensar en grande, a pensar en pelear otras cosas, a no achicarse, a creernos que podemos estar más arriba y por qué no, regalarnos un título antes de que el Chino se retire.
Por lo menos, así lo siento yo.
ADELANTADO MATADOR - @Matador1MA