Qué partido el
del domingo. Y qué dicotomía. Por un lado estaban aquellos hinchas que no
querían ganar ¿Por qué? Simple, si le ganábamos a River, Racing quedaba solo
mano a mano contra Lanús —jugaba después de nosotros— y si se caía Racing en
la última fecha, estaba el granate para dar el zarpazo. Otros tanto querían
ganar sin importar lo que pase. Usted vio el partido, cuando Bertolo metió el
primero —un verdadero golazo— le puedo asegurar que el 100% de la gente quería
ganar ese partido, Lanús ya nos importaba un carajo. Nos fuimos al descanso
extasiados por esta victoria ¿Perder? Pero ni en pedo mi amigo. Ya estábamos
sacando cuentas para ver si podíamos entrar en la Sudamericana.
Los de Racing
que siempre nos hincharon las bolas deportivamente desde el ’51, esta vez
optaron por hinchar por nosotros. Luego pasó lo que es historia conocida.
Errores de Servio, cambios malos, Salcedo errando todo. Y así se fue el
partido. Le puedo asegurar que aquel que esperaba una derrota, se fue mucho más
caliente que el resto.
Ahora bien, usted vio el partido, vio los
cambios pero no vio a Almeyda dar indicaciones o mostrarse preocupado. Algunos
mal pensados —con o sin razón— dirán que le entregó el partido al club de sus
amores. A mí me parece que no porque Almeyda viene entregando partidos desde la
primera fecha. Yo banco a muerte a Salcedo pero viendo la que tuvo contra
Barovero —esa contra casi letal que hubiese significado el 2-0—, se me hace
imposible defenderlo. Pero el tema es que vino sin pretemporada. Perfecto pero
el tipo sigue inamovible ahí. Por la cabeza de Almeyda ni por asomo se pasa
ponerlo en el banco o sacarlo ¿Por qué? Por eso de los códigos. Almeyda todavía
mantiene los mismos códigos de jugador que antaño, me parece perfecto. El tema
es que no es más jugador desde hace más de dos años. Que no se malinterprete
—porque hoy por hoy Almeyda tiene un
grupito de Believers, si lo criticas te tildan de desagradecido, de hijo de
puta defensivo y chupaverga de Falcioni— no pido la cabeza de Almeyda, si la
pediría diría abiertamente que se vaya y punto, sin más rodeos. Pido un cambio,
una evolución. Mire a Cocca, otro cultor del “fútbol de ataque”, dejó lo bueno
y cambió lo malo. Mire donde está, a punto de salir campeón. Y eso que Cocca
tuvo un solo partido a lo “Banfield”, contra Rafaela, que pateó 250 veces al
arco y terminó perdiendo. Usted dirá que ya lo aburro diciendo siempre lo mismo
y con que miremos a Cocca, déjeme decirle que yo también estoy podrido pero de
patear un millón de veces al arco, hacer un gol y que después el rival con dos
ataques nos de vuelta al partido.
El otro tema es
Servio. Todos ya sabemos que la defensa no está dando pie con bola desde hace
rato, pero el arquero también. Veamos esto, si la defensa se equivoca, tiene
que aparecer el arquero. De 100 errores defensivos el arquero por lo menos te
tiene que salvar en 30/40. En Banfield 100 errores son 100 goles. No aparece la
defensa y mucho menos el arquero. Servio es como un piquetero vago, no corta un
centro. ¿Pero qué hacer con Servio? ¿Mandarlo al banco? Rigamonti no es bueno.
Hay un colombiano que pinta como un excelente arquero pero ponerlo contra
defensa es jugar a la ruleta rusa: o lo matas o es héroe. Hay que esperar al
Beto. Ojo, no me la agarro con Servio, me gusta la personalidad fuerte que tiene
y hay pelotas complicadísimas que suele sacar. Pero el tema es que los errores
que tiene los tiene siempre, no vi un ápice de mejoría. Si llega a mejorar esas
falencias tenemos arquero para rato, pero el tema es ese. En Banfield —futbolísticamente
hablando— sabemos dónde están los errores, sabemos qué cambiar, pero nadie hace
nada para cambiarlo…
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO TALADRO - @Yuainjaim