Está claro que este semestre para GIMNASIA no fue bueno. Pienso rápidamente en las eliminaciones de las copas ( Argentina y Sudamericana), en las lesiones y en muchos partidos en los que el equipo demostró poco. Por eso el triunfo en Avellaneda representa una alegría, muchas veces postergada.
Si bien el andar del equipo y la irregularidad fueron marca registrada, perder y ganar no es lo mismo. Si bien son tres puntos que no cambian la ecuación, cambian el clima, el día a día de un club golpeado y nadie nos quita la alegría del sábado a la noche.
Fue un buen triunfo de visitante y ante un rival al que siempre tiene un gustito especial vencer. Independiente ha sido a lo largo de nuestra historia un club molesto, que jamás nos dio una mano y que siempre quiso jodernos la vida. Por eso, haberles ganado en su cancha, con toda la gente a favor y dejarlos lejos de la punta del campeonato es una gran satisfacción.
El equipo mostró más de lo mismo. Ese repertorio que cuando sale bien brinda alegrías y cuando no, muestra un equipo carente de imaginación y que despierta bostezos. Fue conmovedora la tarea de Oreja. Un obrero del fútbol que jamás te deja a gamba y que en este tiempo se metió en la piel de cada tripero.
Son 17 los puntos. Sería ideal llegar a 25 para redondear una campaña aceptable. Hay que ganar en casa, frente a Banfield y Quilmes, y robar algo en Lanús o en la Boca, para que fin de año traiga la esperanza de ver un equipo mejor el año que viene y un GIMNASIA más grande, con platea nueva, campus y con socios cada vez más comprometidos.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO TRIPERO
