Otra vez la lluvia, como a lo largo de este torneo, complicó las cosas. Fueron más de una las fechas que se jugaron con cancha pesada y hubieron hasta partidos suspendidos por el mismo motivo. Esta vez los perjudicados fueron Lanús y Tigre. Ya que las condiciones en que se encontraba el campo atentaron contra el juego de ambos.
Todo lo planificado y trabajado en la semana por los hermanos Shcelotto se fue como por un tubo ante tanta agua. Los gritos desesperados hacia los mediocampistas, daban claras pistas de que era imposible jugar. ¿Dónde estuvo el error? En la decisión del encargado de impartir justicia en el partido. Cualquier persona que tenga un poco de sentido común, jamás hubiera permitido el inicio del partido. Cosa que se decidió recién al término de la primera etapa.
El tiempo para ganar el partido como Lanús sabe hacerlo se acortó. Pero no es en lo que tiene que pensar Guillermo. Antes de jugarse los segundos 45 ante Tigre, debemos enfrentar al siempre difícil equipo de Arsenal. La misión es ganar, jugando bien, mal o regular. No existe margen de error. La lucha es feroz y el puntero no da tregua.
La verdad es que Lanús debe ganar para seguir liderando el sur. Ya pasaron por nuestras garras cuatro equipos de la zona sin saber lo que significa sumar puntos ante el “club de barrio más grande del mundo”. Aunque de ser así, nuevamente se corre riesgo de suspensión de partidos. Porque ésto no es lluvia, son lágrimas. Son los chicos que no paran de llorar.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO GRANATE - @adelantadoGRANA
