De más está decir que el mundo Talleres es cambiante, ciclotímico. Roza los polos de la alegría y la tristeza. No tiene grises. Parece hasta caprichoso, siempre tiene que dejar a alguien insatisfecho, enojado. Cuando las cosas son tan buenas como para ser cierto, ¡pimba! pasa algo que te destruye el ánimo. Y esta semana que pasó es ideal para ejemplificar mi hipótesis. 

Fueron días de enojo y tristeza, luego de felicidad y satisfacción y, por último, una mezcla de dudas y fastidio. Veamos: el partido que definía el ascenso a la PBN ante Unión de MdP se jugó, finalmente, el jueves. No quiero recordar el partido, pero me veo obligado a hacerlo para escribir mi columna. Fue de esos encuentros en los que los jugadores tuyos se olvidan de cómo jugar y hacen todo lo malo que esté a su alcance para no lograr el objetivo. Jugamos un partido para el olvido, como si no fuese la final que realmente era. Perdimos 1 a 0 pero pudo, y debió, ser peor. El primer ascenso se nos escapa de nuestras manos. Ésto corresponde a la cara triste.

Esta mueca de angustia fue desapareciendo con los días y cambió totalmente cuando, después de 20 años, el socio de Talleres votaba a sus autoridades. Luego de 10 años de quiebra, y manejados por un fideicomiso a través de gerenciamientos, los socios jugaban su partido más importante para volver a ser club, ni más ni menos. El ganador fue, por goleada, Andrés Fassi, un inversor cordobés con experiencia en México, más precisamente en el club Pachuca y León, que tiene la intención de realizar lo hecho allá en el club de sus amores. Propuestas ambiciosas y un buen capital monetario hicieron, básicamente, que la mayoría se incline por él. La felicidad porque Talleres volvió a sus socios corresponde a la segunda cara.

Pero eso no es todo: la felicidad persistió en Barrio Jardín hasta ayer a la tarde, con el triunfo ante Tiro Federal por la segunda fase del torneo, en busca de otro ascenso por un camino más largo y sinuoso. El equipo se acordó de cómo jugar y lo hizo de buena manera, siendo dominador en los ’90 y mereciendo aún más goles que los dos que hizo el ‘Pistolero’ Godoy. 

Pero esta felicidad se transformó en dudas, y puteadas, cuando el elenco rosarino consiguió el descuento en el último minuto. Fue 2 a 1 a favor en el partido de ida, pero ese gol en contra cambió un poco el humor en el hincha.

Mediante estas líneas intenté, bien o mal, detallarles lo que es el mundo Talleres. De un jueves a un lunes cómo cambia el ánimo en sus simpatizantes. Sin embargo ellos ya están acostumbrados. Es que cuando firmaron el contrato de amor eterno al azul y blanco, había una clausula que decía que hay que aprender a convivir con el sufrimiento y el vaivén en sus sonrisas. Sólo esperan sufrir lo menos posible, pero saben que es casi imposible no hacerlo. Lo importante es que Talleres siga con la carita feliz y para eso hay que pasar a la siguiente ronda de estos play off. Hay que aprovechar la ventaja en el marcador y la localia. A seguir feliz, Talleres.

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