Quilmes, especialista y jefe de cátedra de la nada. El de Racing fue otro partido más sin puntos, el octavo del torneo, lo que significa que se perdieron la mitad de los encuentros disputados.
A este grupo le falta conocimiento, tanto en el pasto como en el banco. Mala preparación física y estrategias confusas para encarar los partidos se convierten en múltiples lesionados y escasos puntos. Varios contraataques con superioridad de atacantes sobre defensores, y nadie que le dé al arco. Hacer faltas peligrosas a poco de terminar la jornada. Dejar todo el espacio del mundo en el armado de una barrera ante un tiro libre de riesgo. Que un jugador que, tras haber marrado un penal decisivo, sabe que está en la mira de todos, tire lujos innecesarios en su campo sobre el final del partido, con el marcador en contra. Esas cosas son de principiante, tanto en la exigencia del técnico como en el temperamento de los jugadores.
La gente tiene paciencia, pero no eterna. Situaciones inentendibles e insoportables en la cancha, sumadas a estupideces en las tribunas, fueron la combinación letal para un Cervecero en caída libre. Y es claro, si a la bronca de la derrota le agregás a los inadaptados antifútbol que rompen su propio estadio, y encima hinchas infiltrados que te gritan el gol, ¿cómo esperás que termine todo? Admiro las agallas de los que se colaron en un ambiente tenso, pero me sorprende que alguien pueda ser tan gil de exponerse de esa manera. La tenés que jugar de callado porque si no, te callan a las piñas. Disturbios, golpes, intervención policial, balas de goma, gases lacrimógenos. Otra suspensión a la vista. Otra lamentable historia para contar que lo que menos hace es dar optimismo para un futuro complicado.
Basta de todo. O mejor dicho, basta de nada.
Por lo menos, así lo siento yo.
ADELANTADO CERVECERO – @adrian28qac