Racing nunca compite sólo contra otros equipos. Casi siempre debe enfrentarse a diversos aderezos que habitualmente agrian cualquier buena receta. A exiguos minutos de iniciado el encuentro, Lavernícola despuntó descaradamente sus propósitos e inclinó el campo de juego con el famoso: “Todo lo dudoso es contra Racing”. Ah, y si no hay dudas, sacamos conejos de la galera. Penal de Cabral y amarilla ¿Por qué? ¿Qué cobró? Portación de camiseta. No sé qué habrá pasado en cada uno de vuestros hogares pero en la mía, todos de la acadé: mujer, hija, yerno (mástevalechabón), rompimos varias cosas, los perros huyeron despavoridos y el gato terminó enganchado en la lámpara. Las puteadas del tano Pasman fueron etéreos sonetos comparado con lo que padecieron todos mis vecinos. Puteadas que quedaron opacadas por el: “¡Tomá, tomá, hdp!” después de que la justiciera muralla china se extendiera hasta desviar el remate.
Final del primer tiempo. Malo con pronóstico reservado… por este lavernícola del período Grondonáceo. Para peor, aleluya, llegan invitados. Obviamente, lo había omitido. “Qué hacé chabón, vouléz vous monsieur. Siéntense por ahí, ya les traigo el TEG, regreso en una hora”. No obstante, y muy a mi pesar, tuve que oficiar de anfitrión. Ergo, el segundo período transcurrió entre: “Sí, sí, claro, por supuesto” y más puteadas. Pero puteadas por frustraciones. De a poco, el arquero cervecero se erguía como figura inexpugnable y el campeonato empezaba a esfumarse. Y, como dijeron en la peli “El joven Frankenstein” mientras exhumaban un cadáver, “Puede ser peor. Puede llover”… Y llovió. Lavernícola expulsó a Cabral tras doble amarilla. Portación de camiseta más roce: roja. A esta altura, los invitados pensaron seriamente en partir porque la picada se había convertido en furia del sábado por la noche. Ahora es anécdota tragicómica pero, puedo asegurarles, que ardió Troya y el gato todavía no regresó.
Después del minuto cuarenta, mientras el pobre de César trataba de explicarme que, si bien, era hincha del rojo sentía aprecio por la academia y Lucas de convencerme que el balompié le succionaba una gónada, sobrevino el zapatazo infernal de Bou. De otro partido, de otras épocas. Después de varios años, Racing volvía a convertir de tiro libre y ganaba un partido arreglado para que perdiese. Explotó el cielo raso, las paredes se agrietaron “¡Ladran Sancho, señal que son perros!”, gritó alguien entre pases de tensiómetro y alprazolam a pasto.
“Ahora depende de nosotros”, dijo Milito ¡Ojalá y Dios lo escuche! (hay tantos que charlan con Dios). Empero, lanza en alto, deberemos seguir luchando contra tornados, mareas y molinos de viento. Algunos lo llaman mala suerte, otros tirria, negociados, falta de peso en la AFA. Fácil es andar en bici con rueditas a los costados, casi imposible cuando, año tras año, aparecen variados palos en las ruedas. Porque no se trata de empezar un partido perdiendo por hándicap o bonus (lo cual sería preferible si después sigue su curso normal). No; Racing debe luchar contra el estigma del karma implantado durante décadas, ansiedad, injusticias. Porque no sólo debe soportar arbitrajes tendenciosos en sus propios encuentros sino también los puntos regalados a otros clubes. Nos chorearon seis puntos y se quedaron cortos. Intentaron el sábado pero fracasaron ¿Si pierde o empata el granate todo dependerá de nosotros? Después de la quijotada del sábado… sin lugar a dudas.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO ACADÉMICO