NOVEDADES

07 octubre 2014

¿POR QUÉ VERÓN?


07 octubre 2014

Nació en vísperas a un clásico en 1975 y se crió en el Country mientras su padre dejaba los últimos destellos de magia en un campo de juego. Se movió desde chico en un ambiente soñado para cualquier hincha, mamando los conocimientos de toda una generación dorada que laburaba en el club y que era contemporánea a su viejo. Creció con la mochila de ser el hijo de uno de los jugadores más preponderantes de la historia, y sin pedir permiso, se fue ganando su lugar a fuerza de rendimientos.

Vivió la peor época de Estudiantes, en la que los jugadores no tenían ropa para entrenarse y se tenían que conseguir las cosas ellos mismos para poder salir a la cancha. Descendió a la B Nacional con 19 primaveras en el lomo y en menos de un año, con un grupo de chicos que aceleradamente se tuvieron que convertir en hombres, formó el equipo que batió todos los récords y que devolvería a la institución nuevamente a Primera.

Se fue a Boca jurando volver y a los 6 meses ya estaba rompiéndola en Europa, para terminar de explotar como uno de los mejores jugadores del mundo, ganando campeonatos y millones de dólares que le garantizaban, si es que se puede garantizar algo en la vida, una tranquilidad económica que pocos consiguen en tan corto tiempo.

Fueron diez las temporadas en el viejo continente en donde incorporó no solo una gran cantidad de conocimientos futbolísticos, sino también muchas ideas que estaban relacionadas a la gestión de organizaciones de primer nivel. Físicamente se encontraba lejos en distancia, pero su corazón estaba en La Plata, ayudando en cuanto podía al club, viniendo a entrenar a City Bell en las vacaciones y declarando permanentemente sobre los valores que identifican a nuestra escuela.

Entrando en su tercera década, decidió retornar a su casa en plena vigencia profesional. Podría haber seguido jugando en las mejores ligas del mundo o pululando por otras desconocidas para seguir acumulando dinero. Pero nada de esto ocurrió. Con 31 años volvió al Pincha para aportar ya no solo en lo material, sino desde adentro de la cancha. Ganó todo y le enseñó a soñar a una generación entera que nunca había visto campeón a Estudiantes.

Después de un tiempo, se fue acercando el momento del adiós. Dejó el fútbol, volvió a jugar cuando el club lo necesitaba y se retiró definitivamente hace menos de un año con todos los laureles.

No necesitaba demostrar más nada, después de una vida dedicada al fútbol podía quedarse tranquilo en su casa disfrutando con su familia de los placeres que por ser futbolista había postergado. Pero no, decidió subir la apuesta: quiso ser presidente. Y lo logró, poniendo a prueba uno de los principios fundamentales de nuestra filosofía: la necesidad de superarse.

Entonces, ¿cómo no vamos a creer en Verón si jamás nos defraudó? ¿Cómo no vamos a creer en un hombre que teniendo el reconocimiento de la gente, la riqueza para vivir sin hacer nada y habiéndolo ganado todo, decide meterse en el barro que implica dirigir una institución? ¿Cómo no vamos a creer en Verón, si él, como ningún otro, conoce desde adentro la realidad del club de nuestros amores?

Si algo le falta a la Bruja para ser enorme es ir a buscar a Bilardo para que se sume al club desde el lugar que quiera. Los Bilardo, los Sabella, los Verón y tantos otros hombres que llenaron de gloria a nuestra institución, deberían estar relacionados a Estudiantes de por vida. Porque parafraseando a Bertolt Brecht, famoso dramaturgo y poeta alemán: “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay quienes luchan toda la vida: esos son los imprescindibles”.

Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO PINCHA - @DrBidon
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