"Bajalo a la Reserva, éste no juega nunca más en Independiente", fueron las palabras de un hombre que ostenta poder hace 27 años en la República Argentina.
Este texto no pretende ser un editorial político ni una columna sobre Hugo Moyano. Pero para comprender el conflicto con Federico Insúa es necesario entender quién es quién.
Hablamos de un sindicalista que durante mucho tiempo se mostró amigo y confidente de un grupo gobernante y hoy se exhibe como un crítico acérrimo del mismo oficialismo. Una persona capaz de paralizar una importante cantidad de trabajadores, en el paro nacional que se le ocurra.
Desde ya que el comportamiento del Pocho tampoco fue impecable, seguramente se apresuró y equivocó, pero el rol de un Presidente debe ser conciliador, pendiente de mantener el orden, lejos de todo tipo de autoritarsimo.
Más aún con un jugador querido. Claro, no hablo de Ricardo Bochini ni de Pepé Santoro. No me olvido de su paso por Boca, pero Insúa tiene un lugar en mi cariño, representa nítidamente la identidad del Rojo, salió campeón en 2002, dio la cara en la B y me parece un tipo prudente, calmo, cero problemático y, evidentemente, tiene la estima de sus compañeros.
Nadie dice que es fácil gestionar una institución y mantener la paz en un club tan grande como Independiente, pero tener la intención de echar un jugador o exclamar "éste no juega nunca más" no es la forma, sin lugar a dudas. Por otro lado, es difícil esperar reflexión y templanza por parte de un hombre tan acostumbrado al poder.
El Rojo está renaciendo. La tormenta ya pasó. Hoy el equipo es animador del torneo y parece encontrar cierta solidez y firmeza. El club necesita de todos: jugadores, dirigentes, cuerpo técnico e hinchas. Posterguemos el yo por el nosotros. Seamos enormemente gigantes otra vez.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO ROJO - @GastonIbarra
