Ahí crecimos aprendiendo los valores que identifican a nuestra escuela. Supimos lo que significa la familia, ese sentido de pertenencia que nos guía a lo largo de la vida y nos ayuda a trascender como grupo, no solo como individuos; la importancia del sacrificio, entendiendo que solo en el diccionario el éxito lo podemos encontrar antes que al trabajo; asimilamos la mística, el bidón, el laboratorio, esa herencia que pudimos comprender y llevar a la práctica, después de años y años de escuchar anécdotas en cada rincón de ese mágico lugar.
Podías pasarla mal en tu casa, en el colegio, en el laburo, en cualquier otra actividad que hicieras, pero vos sabías que ponías un pie ahí adentro y la energía cambiaba. Así el equipo fuera un desastre, así por dentro te estuvieras desangrando, lo único que hacías era dar. Porque en definitiva de eso se trata el amor: dar sin esperar recibir nada a cambio. Y nosotros aprendimos en ese lugar a amar una forma de SER, una filosofía, aprendimos a SER de Estudiantes.
Nadie niega las comodidades ni todas las alegrías vividas en el Estadio Único, fueron momentos maravillosos. Pero no hay que confundirse, el Estadio no es nuestro, si lo fuera no tendríamos que irnos a jugar a otras canchas cada vez que hay un recital o un evento deportivo. Nosotros tenemos nuestro hogar, no podemos ignorar a la historia, no podemos dejar en vano tantas guerras disputadas por heroicos gladiadores que dejaron el alma en aquel humilde recinto.
Es hora de volver al lugar que nos vio nacer, crecer y esperemos que morir. Al lugar donde nos esperan los abuelos y los viejos que hace tiempo partieron, donde está Don Osvaldo, Mangano, Aguirre Suárez, Manera, el Ruso y tantos otros. Volver al lugar que identifica nuestra ideología.
No sé usted, pero yo... quiero volver a 1 y 57, quiero volver a casa.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO PINCHA - @DrBidon