A más de un veinteañero hincha del más grande nos retumba en el mate desde chiquitos alguna de esas o anécdotas de fútbol medio viejas de un padre, un abuelo, un amigo de la familia, recordando y elogiando los viejos equipos de River. Esos equipos gloriosos, llenos de estrellas, que conformaban una potencia a nivel mundial.
Pasando por los que vieron al Beto, a Enzo y el equipo del 96 con Crespo y Ortega, hasta alguno de 60 y pico de años que haya deleitado sus ojos con las revoluciones en el arco que hacia el gran Amadeo, o bien haya podido ver aunque sea un ratito aLa Maquina comandada por Labruna. No, viejo, ni yo, que tengo 20, ni muchos de los de esta generación, tenemos en nuestras retinas grabada ni si quiera la Copa del 96, porque eramos muy pibes, y recien a partir del 2003, más o menos, empezamos a entender lo que era el futbol, lo que era (o se suponia que significaba) River. Solo gracias a Internet, o a aquellos programas de fútbol medio históricos que dan en la tele, podemos revivir esos momentos de gloria. Los últimos de gloria en serio, porque a partir del 2004, River fue una sombra de lo que marca su extensa y rica historia. Desde Aguilar hasta los refuerzos galopa; desde el Cholo Simeone hasta el paraguayo Román.
No lo vimos triunfar a River, o al menos no como lo hicieron nuestros viejos, abuelos o primos. Por eso nos queda esa espina de no haber podido ver a un equipo que represente el paladar negro e insólito que tenemos nosotros los hinchas. Nos tocó bancar las difíciles, esa burrada de festejar cuando uno pateaba la pelotita para arriba, la de festejar ganar uno a cero al último minuto, como los del chiquero. Nos tocó ver a cada muerto vestir la gloriosa banda roja, y bueno, lo de hoy es un premio, un premio para aquellos que no vimos a ese River demoledor que ganaba sin importar el rival, que jugaba siempre a lo mismo. Lo de hoy es un mimo a nosotros, los que con lágrimas en los ojos nos posamos en los hombros de alguno que estuviera en esa tribuna colmada pese al descenso. “River juega como antes” gritó de manera eufórica un tipo de cincuenta y pico en la Belgrano Alta, mientras Pisculichi toqueteaba con Rojas. Lo miré y me quedé pensando...De esto hablaban, ¡Ahora nos entendemos! Con este equipo, por ahora, vamos camino a eso. Ojalá así sea, toda una generación merece ver aunque sea una imitación china de aquellos memorables tiempos. Disfrutemos de este presente, disfrutemos de que cada objetivo que se plantea se cumple, de que cada interrogante e inquietud se responde de manera positiva: River bancó la seguidilla y el recambio respondió bien. Disfrutemos, porque pocas veces sentí que vale la pena pagar una entrada para ir a ver al más grande como ahora. Y sí, señor, River juega como antes. River juega. Salud, campeones.
Y a vos, ojo que el uruguayo viene cargando los cartuchos, que el 28 te esperamos en casa.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO MILLONARIO