NOVEDADES

16 septiembre 2014

EL GLOBO


16 septiembre 2014


CHAU ABUELO


Antes que nada quiero pedir disculpas, a los amigos que administran está página y a los lectores, también amigos, habituales y casuales de esta columna semanal. Es que se supone que yo deba en estas líneas expresar la voz del hincha de Huracán, sin embargo, hoy no puedo. Falleció Tite, mi abuelo, y no puedo. Quisiera hablar del globo, putear arbitro, nombrar a dos o tres jugadores, pero no puedo. No puedo sin que él se haga presente en cada idea, en cada imagen, en cada intento de oración.

Por eso hoy me voy a tomar una licencia, no voy a hablar de fútbol pero si de Huracán, porque hablar de Alfonso es también hablar del globo.

Suelo decir que una de las cosas que más ha marcado mi personalidad es ser quemero. Ser del globo fuera del ámbito tradicional de pertenencia del club (Pompeya, Patricios, Soldati, Barracas) era difícil cuando yo era pibe. Casi siempre era el único y por eso siempre me identificaban como “el hincha de Huracán”. Ese mote, como se imaginaran, siempre fue llevado con orgullo, pero también con cierta responsabilidad. Me sentía como una suerte de representante, de embajador o defensor no solo de mi club, sino (y principalmente) de mi familia. De las cuatro generaciones, ahora ya llegamos a la quinta, que llevamos con orgullo la insignia huracánense.

Los domingos no había otro plan que ir a comer los fideos con tuco que hacían mis abuelos y después salir para cancha mi abuelo, mi viejo, mi hermano y yo. Quizá en algún partido se venían otros primos u amigos de otros cuadros, pero siempre, siempre, estábamos como mínimo nosotros cuatro ahí, en el sector de la Bonavena, haciendo visera con las manos, abrazándonos en cada gol, puteando y discutiendo entre nosotros.

Después, la altura de los escalones se volvieron un escollo imposible para Tite, fuimos algunos partidos más abajo de lo habitual, hasta donde él llegaba. Nos decía que lo dejemos, que no importaba, que lo escuchaba por la radio, que no hacía falta cargar con él. Intentamos yendo a la Mirave, su último partido fue hace casi tres años, en 2011, una noche de lluvia que le ganamos a Aldosivi, creo que por tres goles y del que por suerte tengo la foto que ilustra esta nota. Ya después no lo pudimos convencer que vuelva con nosotros. Sus piernas ya no lo sostenían como antes y ya no quería hacerse “mala sangre”.

Sin embargo, cada vez que nos veíamos o hablamos por teléfono, la primera pregunta, invariablemente, se repetía “¿Qué me contas de Huracán?” y después empezaba a interrogar en lo particular, qué tal aquel jugador, que el presidente, que el partido del otro día y resultaba que estaba al tanto de todo, que la idea no era saber, sino hablar del globo.

Así fue como me contó miles y miles de anécdotas de equipos y jugadores de otros tiempos, de cómo iba a bailar tango con la abuela a la sede, del Huracán de antes, de Ducó y de Seijo, del fútbol de los setentas y de su más memorable teoría del por qué a Huracán lo perjudican los árbitros. Él decía con total seguridad que los réferis nunca le iban a perdonar al club que haya sido iniciativa de Ducó haber echado a los jueces argentinos y haber traído árbitros ingleses en la década del 40.

Yo perdí a mi abuelo, Huracán al socio vitalicio nro. 56, quedará siempre en mi el olor a sus tostadas de la mañana, el recuerdo de aquel vermú donde me sirvió, guiño de ojo de por medio, mi primer sorbo de vino blanco y me dijo cundo me lleve el vaso a la boca “despacito”, los paseos en el Taunus celeste, la inviolabilidad de la siesta, los veranos en Mar del Plata, el sándwich de manteca, queso y salamín de las 5 de la tarde, la primera vez que fui a La Quemita, las jornadas de truco y buraco, su letra caligráfica, lo picos que se daba con mi abuela, los fideos con tuco, el tango y los abrazos de gol que nos regaló Huracán.

Te voy a extrañar Tite, buen viaje.


Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO QUEMERO @1mtrQuemero

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