Enfrentábamos a uno de los mejores del fútbol argentino, esto es indiscutible. Veníamos de una serie de eventos desafortunados con el broche dorado que fue la patética derrota con los bichos colorados, también indiscutible. O sea, expectativas… pocas; público, escaso. No sé, quizá esté un poco negativo pero vi muchos claros en las tribunas. Evité la cabecera y, como paranoico padre de familia, me senté en la tribuna del pasaje Corbatta con los auriculares puestos. Buenas noticias: no jugaban Castillón ni Pillud y Gastón Díaz ocuparía el flanco derecho, a esto sumado el retorno del demonio y la continuidad de Aued me brindaron una brizna de esperanza.
Esperanza que duró pocos minutos porque con dos pases acertados (uno magistral de Rodríguez) ese gran delantero que es Scocco dejó parado a Lollo y fusiló al chino. En ese preciso instante, me detuve a ver los rostros de la gente que había alrededor y era desoladora. No tenía un espejo pero juro que la mía era de póker… con una mano que no arrimaba para un puto par. “Otra vez sopa”, dije para mis adentros. “Esto no lo remontamos más”. Pero, por suerte, me equivoqué. El equipo pareció herido en su amor propio y cerró un primer tiempo decente con Hauche reventando el travesaño y un gol de Bou. Sí, así de inesperado: Empatar con gol de Bou.
El segundo fue realmente entretenido pero el cambio de Cerro por Aued (incomprensible) le dio bríos a NOB que, además, pudo haberlo liquidado de contra. Afortunadamente, el goleador del visitante dejó la cancha. Asimismo, creo que el equipo hizo los méritos suficientes como para llevarse los tres puntos, pero los partidos se ganan con goles y no con casi-goles (tuvimos dos increíbles).
Para rescatar (mucho, si toma en cuenta lo mal parida que venía la mano): Huevos y corazón, Videla, Hauche, Aued, Centurión y Acuña. Para corregir: Falta cerebro (no se puede correr así durante noventa minutos) y sigue habiendo desajustes fatales. No obstante, y aunque la victoria debió quedarse en casa, el empate sirvió para cortar la racha y mostrar una mejora significativa.
El título viene como anillo al dedo para recordar a ese genio hincha de la academia que supo darnos bocanadas de música ante tanta malaria artística. Maestro, ahora tiene otra celeste y blanca más.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO ACADÉMICO