“¡Al fin comenzó el torneo! ¡Juegue Talleres!”. Esa fue la frase que, seguramente, más de un hincha albiazul entonó con alegría y con euforia, como sacándose la bronca de ver tanto fútbol y que todavía Talleres no esté en cancha. Al descenso ya es parte del pasado y estamos enfocados en el Federal A, llamado así ahora, que va a ser fugaz, por obra y gracia de Don Julio, y podemos retornar a la PBN en el lapso de 14 partidos a mediados de noviembre. ¡Que besheza, nene!

La otra palabra que se repitió sin cesar fue “ilusión”. Esa ilusión que tiene cualquier hincha de cualquier equipo cuando comienza su respectivo torneo, con ganas de cumplir el o los objetivos propuestos antes de su inicio. El nuestro, claro está, es retornar a la segunda categoría lo antes posible y no tener que esperar 4 años, como la última vez. Toquemos madera muchachos. Esta ilusión tuvo una larga espera para poner primera, entre un intervalo que fue desde mediados de mayo hasta el domingo pasado, con algunos amistosos de por medio para calmar las ansias.

Dicha ilusión no tuvo lugar para la previa clásica a cada encuentro, con asado y alcoholes de por medio, sino que fue algo atípico debido al bendito horario de las 11 am. Las dos mil almas que viajaron tomaron algo en la ruta, mientras que los que se quedaron se desayunaron junto al partido, cambiando el asado y el fernet, por el café y los criollos. Mientras que, los corajudos como su servidor, salieron el sábado y tuvieron que amanecer para poner en marcha la ilusión.

El partido no ayudó a ponerle fin a los bostezos ni abandonar la cálida cama. Fue un partido en el que Tiro nos cedió la pelota, el terreno y el protagonismo, plantó el micro en su arco y nos esperó. Nosotros tuvimos un mejor inicio, con algunas llegadas claras, pero se fue diluyendo hasta convertirse en una lluvia de centros al área del arquero del elenco rosarino. Nos faltó esto, así de poquito para llevarnos los tres puntos a Córdoba. Como la frase reza, 5 pal’ peso.

Daba la sensación de que sí queríamos, lo ganábamos, pero chocamos con nuestra carencia de ideas y juego a la hora de tener que abrir el candado puesto en la valla del Tigre de Ludueña. Fue como andar por la ruta en tercera, teniendo todo el espacio del mundo, en vez de poner quinta a fondo. Pero como es la primera fecha, todos los pecados se perdonan con el famoso “esto recién empieza, falta mucho”. Me doy el permiso de usarla también, pero hay que ser conscientes de que son 14 fechas y el margen a error, desde el ‘vamos’, es mínimo. Empatar sirve sí ganamos de local, con la media inglesa me puedo conformar. El sábado será el debut en el Kempes, con un solo resultado permitido: ganar. Hay que llegar al peso.