NOVEDADES

26 agosto 2014

LA ACADÉ


26 agosto 2014

SUPERSTICIÓN

Existe un apasionante libro de Lèvy Strauss que se llama “El hechicero y su magia” en el cual explica la influencia de los chamanes en tribus diferentes (él consideraba despectivo y erróneo tratarlas de civilizaciones atrasadas). Obviamente, no voy a detenerme en su exposición pero siempre me pareció increíble que, después de miles de años, la gente trate de otorgarle explicaciones esotéricas a lo que no tiene explicación o no comprende (siempre hay una elucidación para cada suceso). Las personas “cultas” pueden reírse de la lectura de la borra de café, de la cura de la parasitosis ovina mediante una cuenta regresiva frente al culo de la vaca, las ofrendas y sacrificios umbanda y, sin embargo, escandalizarse cuando uno les recuerda que Dios es extraterrestre (recordemos que creó el cielo y la tierra, ergo es extraterrestre). No hay nada malo en llevar en la billetera una foto de Pugliese, San Expedito o Ceferino Namuncurá. Es más, pueden aceptarse cuernos rojos, patas de conejo o medallitas del Ying y Yang. Determinados rituales están permitidos: agarrarse una teta, un huevo, hacer cuernitos, santiguarse, rezar. Miles de cábalas, tocs o fetiches están permitidos en esta sociedad “moderna” o “diferente”. Y el consenso propio, oculto o social determina la patología de la fobia o toc en curso. La ignorancia y el miedo ancestral que nos domina ante la presencia de lo desconocido y la necesidad de codificar y hacerlo carne para poder digerirlo o no desentonar dentro de una sociedad que conserva rasgos medievales. Si tenemos pavor a pronunciar determinados nombres mufas y esto comienza como broma pero luego se torna real, así lo toma nuestro inconsciente primitivo. Siempre hay una última muralla ante la cual todos caen de rodillas.

Los milagros y los actos de magia se evaporan cuando aparecen las explicaciones. El mago, el chamán y el pastor jamás deben revelar el truco. Es lo que la sociedad quiere. La sociedad necesita íconos y rituales. Después desta exposición paso a Racing y su profecía auto cumplida. El miedo al fracaso, al karma, a la mufa y a la desilusión impostergable. El consenso inconsciente del aciago destino. Y la advertencia y presagio del chamán se vuelven realidad a través de la sugestión y el pánico a remachar hasta el hartazgo una historia repetida.

Después del gol de carambola (con el hombro) la academia fue víctima de su propia maldición, de la auto destrucción. El olor del miedo se aspiraba en la tribuna. El encuentro estaba perdido antes de empezar. Jugaran tigres, pumas o gatos siameses. Nadie zafó del desastre. No hubo individualidades, equipo, actitud, vergüenza, táctica, defensa, mediocampo ni ataque. Sólo un manojo de nervios a contratiempo, presa del terror, esperando la hecatombe. Sirve de ejemplo, asegurar que muchos jugaron (¿jugaron?) para un lapidario uno ¿Alguien se salvó del incendio? Quizá Videla, tal vez Centurión. Pero en medio de un asedio sin respiro propuesto por el equipo de Victoria, Racing se rindió ante su propia parálisis mental.

Ya está, perdimos de la peor manera. Que hubo un gol en offside, que otro fue de culo… bla. Excusas. Racing perdió contra su peor enemigo: la superstición. Me preocupa lo que vendrá ¿Habrá sido Tigre la purga kármica necesaria? ¿El primogénito sacrificado a un dios caprichoso que de ahora en más nos permitirá la libertad de acción o será el primer eslabón de otra cadena de eventos desafortunados donde la culpa es de la mufa? Que tire la piedra quien esté libre de rituales.

Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO ACADÉMICO
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