Increíble. Quilmes jugó un partidazo, hizo 2 goles aunque mereció todavía más, tuvo actitud y se mostró bien en todos los sectores durante la mayor parte de la tarde. Sin embargo, y con todo servido, no ganó. Sí, lo que debió ser puro festejo, concluyó en estar calientes en demasía por irresponsables.
Irresponsable Braña, aunque parezca mentira tratándose de él, que le dijo al técnico que estaba para seguir cuando se le preguntó. Irresponsable Quatrocchi que se apuró en gastar el último cambio confiado en vez de aguantar unos minutitos a ver cómo respondía el Chapu. Sigo sin entender cómo de repente, ya sin variantes disponibles, este último dejó la cancha y así, un Quilmes que ganaba merecidamente, se quedó con 10 por falta de viveza y empezó a sufrir por sufrir.
De ahí en más, bastó simplemente un ratito de hacer todo mal para tirar a la basura un encuentro ganado. Irresponsable el equipo que en lugar de entender la necesidad de cautela y la falta del motor de la mitad de la cancha, siguió arriesgando sin cuidar. Irresponsable -y a su vez responsable directo- el delincuente arbitral Delfino, al inventar un penal que dio vida a Godoy Cruz. Ahí se terminó la alegría cervecera. Entre el envión anímico de ellos y el bajón de nosotros ante la sorpresiva desventaja numérica y el injusto descuento, no pegamos ni una más, los dejamos venir, y una payasada en área propia convirtió, sobre la hora, un centro al voleo en el 2 a 2 final. Lo imaginábamos todos. Dolió pero no sorprendió.
No se pueden escapar oportunidades como la de este lunes. Si no nos hacemos responsables y aprendemos a asegurar estos partidos servidos, entonces no sé cuáles vamos a ganar.
Por lo menos, así lo siento yo.
ADELANTADO CERVECERO - @adrian28qac