NOVEDADES

06 mayo 2014

SOMBRAS CHINESCAS


06 mayo 2014

Al compás del dos por tres sopa, Racing se parece cada vez más a un tango, al recuerdo de lo que fue. Tantas letras nos vienen como anillo al dedo: “Sombras nada más…”, “Nada que me diga si vives aún”, “La historia vuelve a repetirse”, “Tengo el corazón hecho pedazos” y, obviamente: “…ni el tiro del final te va  a salir”.

Ahora bien ¿Cómo hago para comentar un partido que, desde mi punto de vista, fue inexplicable? Y no me vengan con eso de que nos tiraron la camiseta porque rápidamente retruco que nosotros les tiramos varios árboles caídos con los que el humildísimo River hizo leña. Y cuando digo árboles me refiero a importantes sequoias como Corvalán y Cahais que crecen en áspero desierto que abarca toda la zona del campo de “no juego”.

Tenía tanta, pero tanta amargura, que después del tres a uno comencé la retirada y me dije: “Se va todo a la mierda y que la nota la escriba Cadorna”. Pero, en esa lenta retirada del interminable y laberíntico estadio monumental de reojo pispié el gol de Hauche y, para mi disgusto, me quedé para ver un final dramático y frustrante.

Misteriosamente, o por los cambios que metió Merlo, River se pinchó o quizá se confió por lo poco mostrado por nuestra academia. Y así de la nada, después de un primer tiempo patético y un segundo horrible hasta el tres a dos, pareció que Lázaro se levantaba. Literalmente, que el muerto daba señales de vida y que, con un poco desa suerte que carecemos, podríamos empardarlo. Pero el show de sombras chinescas tuvo su momento culminante en el descuento: Saja cruzó toda la cancha, se puso las pantuflas y pateó de la peor manera posible: cruzado, a media altura, cerca del arquero.

Creo, sin lugar a dudas, que éste fue el peor partido del chino en la academia. Dubitativo, errático, con enorme complicidad en los tres goles. Porque convengamos que, cuando Cavenaghi comenzó a tomar carrera, Saja ya estaba abrazado al palo izquierdo dejándole todo el arco vacío (a no olvidarnos que el penal ocurrió por su pésima salida). En los otros dos goles, desubicado y falto de reflejos. Y la frutilla del postre, el penal mal ejecutado.

Entonces: ¿Qué nos queda si este virus de la desidia ya contagió hasta el último bastión? Porque sumadas a la incapacidad innata de ciertos “ex jugadores o “no jugadores” estas manzanas podridas acabaron de corromper al resto. Señores, no hay equipo. Sólo una suma de veleidosas voluntades dentro de un buque fantasma a la deriva. Y, mientras Blanco negocia nuestro negro futuro cruzando el charco, nuestro negro presente nos remonta a la alegoría de la caverna. El teatro negro de Avellaneda. Sombras nada más… ahora importadas de China.         
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO ACADÉMICO 

Share This :
 

Top