Está claro que en los últimos años el hincha de Independiente ha cambiado. Ha modificado su idiosincrasia y no encuentra el rumbo en la B Nacional.
Sin lugar a dudas el descenso marcó un antes y un después en su vida. De alguna manera el fanático rojo perdió la memoria y relegó su identidad en pos de una desesperada búsqueda de resultados.
La sensación general es que las características distintivas que describen y reflejan el ADN de la institución han sido gravemente alteradas, al punto de parecer un club más. Ya no aquel que marcó la historia y era un verdadero ejemplo.
Tampoco mi intención es recaer en un discurso romántico, enamorado de las formas y el espectáculo, pero no es lo mismo ser hincha de Independiente, que de Racing o de Boca. Cada uno tiene su estilo, su impronta y su manera de presentarse frente al mundo.
Lo sucedido el domingo con Cristian Tula lo demuestra. Desde ya que no pienso defender al central derecho, de hecho él mismo ya se ocupó de autocriticarse intensamente, ¿pero pedir que se vaya? ¿que abandone el club en este instante?...
Es verdad que está llevando a cabo flojos rendimientos en los últimos tiempos, pero parece que muchos se olvidaron que en el último torneo en Primera fue uno de los de más presencias, a pesar de miles de molestias físicas y amenazantes lesiones. No obstante, bajó la cabeza y se esforzó horrores por la camiseta.
Tula no es un gran jugador, seguramente no sea recordado mucho tiempo en Independiente, ¿pero de ahí a querer echarlo por una (condenable) distracción en un partido?... ¿Nos podemos dar ese lujo?...
Así estamos, así está el hincha. Perdido, se olvidó de su identidad y cómo somos. Difícil ascender, si no sabemos quiénes somos cómo vamos a saber de qué forma llegamos...
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO ROJO - @GastonIbarra