Pero ese miércoles del Nuevo Gasómetro nos fuimos a casa más que con un 1-0. Nos fuimos con la confianza que da bajar al invicto, al favorito. Con la esperanza de que allá se puede. Y creyendo que este equipo va aprendiendo cómo jugar estos partidos. Tan distintos a los domésticos. Esos son fáciles, otro nivel. Ahí somos los mejores. En la Copa es distinto.
Termina el primer tiempo en Brasil. Partido parejo. Bien plantados atrás, fuimos resistiendo los embates de los brasileños. Ahora, la desesperación va empezar a jugarles en contra. ¿No era acaso eso lo que transmitían la caras de sus hinchas cada vez que lo tomaba una cámara? Por esas cosas de la vida, un descuido en el peor momento y penales. Bueno, somos San Lorenzo. Si no se sufre al máximo no vale. Pero tenemos al Cóndor bendecido. Si saca penales en movimiento, cómo no lo va a hacer con pelota quieta. Si después de que atajó el primero a Barcos, ese que nos había vuelto loco todo el partido, no sentiste que se pasaba la llave, es que no tenés ADN cuervo. Porque si hay un club que sabe de grandes gestas es el Ciclón. También sabe de hazañas y va por ella. Pasamos dos escalones, quedan dos más. La fe está intacta.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO CUERVO