Las aguas están divididas entre los hinchas de Quilmes. Están los envenenados por la caída con River en el Monumental, re calientes porque piensan que el Cervecero vendió su dignidad. También están los que lógicamente no están contentos por la derrota pero desdramatizan el asunto. Yo, personalmente, estoy en el segundo grupo.
Lo que a mí me parece es que los jugadores, aunque quisieran evitarlo, casi ni estaban pensando en el partido. Estoy seguro de que en la previa querían ganarlo pero a la vez pensaban que para qué calentarse, a sabiendas de que hasta se reinician los promedios el año que viene. Ganar el partido habría sido un lindo gusto, pero ya no una presión como la que tuvieron todo este torneo ni una necesidad imperiosa de seguir sumando para la próxima temporada. Si se daba, se daba, pero no se iban a arriesgar a lesionarse “jugando por nada” cuando ya venían de dar clases de cómo dejar la vida en cada pelota. Matados físicamente y relajados inconscientemente por ya haber cumplido el objetivo de la permanencia, fueron a aguantar, pero al recibir un gol a los 10 minutos, dijeron “listooooo, vacaciones”. Tal vez se abusaron de que por primera vez en el año podían jugar sin preocuparse por nada y bueno, ese fue el resultado. No me gusta, pero lo entiendo.
No quiero pensar, como muchos lo hacen, que hubo un arreglo para perder ese partido. Un poco porque quiero creer que todavía existe algo de amor, y otro poco porque imagino que si yo fuera a arreglar, pactaría para perder apretado dejando una imagen decente, y no humillado comiéndome una paliza. Yo creo que Quilmes, limitado, relajado y desconcentrado, fue a enfrentar de visitante a quien en definitiva por algo salió campeón, y el partido se perdió bien y de punta a punta. Y si así no fuera, les pido a los que putean gratis y que se la agarraron con el DT por venderse, que piensen que la plata se reparte; se la llevan todos y no solo el técnico. Porque en todo caso, si el entrenador da la orden de ir para atrás para cobrar él solo, los jugadores que son los que dan la cara no van a ser tan giles como para obedecer. O se putea a todos los que hace una semana se ovacionó, uno por uno, y se les pide sin excepción que se vayan; o se deja la boca cerrada y se recuerda que todos alguna vez nos comimos algún paseo enorme jugando a la pelotita, así como seguramente alguna vez lo hemos dado.
Menos enojo y más felicidad, que ese Quilmes que hace un mes estaba descendido, cumplió su único objetivo y hoy de manera heroica sigue siendo de Primera.
Por lo menos, así lo siento yo.
ADELANTADO CERVECERO – @adrian28qac