Supongo que más de uno habrá jugado en esas canchas espolvoreadas con arena que pelan hasta el hueso. Esas carpetas sintéticas desgastadas donde caerse implica bañarse en pervinox. Bueno, en el cilindro no espolvorearon arena; crearon un parque temático de Egipto con momias y éxodos anticipados. Arena doble cero que se trata de la más berreta, la más áspera.
Ausente De Paul y perros calientes sin mostaza, la academia presentó un equipo alternativo con un director técnico interino. Y, crease o no, después de la bazofia que veníamos sufriendo, este rejunte de “es lo que hay, ¿vio?” jugó un poquito al fulbo. No vaya usted a creer que estamos hablando de fútbol de verdad ¡No, de ninguna manera! Pero no me dieron arcadas ni deseos de retirarme antes. A la pelota no se la vio cuadrada y, curiosamente, nuestros jugadores se la prestaban amablemente y, en reiteradas ocasiones, a los que vestían los mismos colores.
Sin esa pesadilla reiterada que son Cahais y Corvalán, la línea defensiva dejó de ser un colador de fideos moñitos para aproximarse más a un filtro de cafetera italiana. Claro está, por la banda derecha no hubo colador, ni filtro ni Martín pescador que no dejara pasar. Sólo la arena de un desierto donde los camélidos canallas desfilaban como marroquíes en celo ¿Dónde hay un mango, viejo Gómez? Patético.
Con Aued y Cerro en el medio Saja dejó de rifar pelotazos y se animó a dársela a estos tipos que, pese a algunas lagunas fuleras de Cerrito, se las ingeniaron para gastar un poco el crecido pasto del medio (¿hace falta aclarar que el medio era una ruta aérea?). Y con la terca voluntad de Hauche al cuadrado y los hombres con sombra del medio, la esperada película de terror se convirtió en una de suspenso. Porque, en verdad, todo el tiempo estuve esperando que se la dieran al contrario y que en algún contragolpe nos vacunaran para la malaria.
Falta poco, ya se acaba este calvario. No sé si puedo rescatar algo de estos penosos torneos. Quizá la venta de De Paul en seis millones de dólares (siempre y cuando sirva para rearmar un equipo que hace rato dejó de existir). Ah, y busquemos un remedio para la halitosis porque hace rato que padecemos de mal aliento y el sábado nos fuimos un poco al carajo.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO ACADÉMICO