¿Cómo empezar esta humilde columna después de un 3 a 0 en contra? ¿Cómo escribirla sin ser redundante? ¿Cómo hacer para no caer en el pesimismo e intentar, ingenuamente, hacerlo con optimismo, que tan lejos quedó? Quisiera escribir 5 párrafos con todas buenas noticias, como si la vida de Talleres fuera de color de rosa, pero pecaría de demagogo. No se imagina, señor lector, lo que daría por redactar lo que quiero y no lo que veo, lo que deseo y no la realidad. Pero la situación es ésta y no puedo dejar que el árbol me tape el bosque.

La cosa es que el sábado sufrimos otra derrota más. Nos convertimos en un equipo que se acostumbró a perder y perdió, valga la redundancia, el espíritu ganador que tuvo meses atrás, antes de comenzar la PBN. Sin embargo, antes de este partido, sí uno le preguntaba a un hincha de Talleres como salía ante Independiente, la mayoría contestaba que, como mínimo, un punto nos traíamos a Córdoba. Claro, el Rojo estaba (y sigue) envuelto en una crisis total, desde lo institucional hasta lo deportivo, sumado al estado de ebullición que sufría la parcialidad de Avellaneda.

Nosotros, a pesar de no tener un buen presente, el resto está sobre rieles. Es decir, los jugadores sólo se tienen que preocupar por jugar y la hinchada sigue mostrando un apoyo incondicional al club de Barrio Jardín. En pocas palabras, se enfrentaban un tipo de héroe y villano, el que está haciendo las cosas medianamente bien contra el que sólo piensa en ascender sin importar lo que sucede en el entorno de la institución. Pero el desenlace no fue el de un cuento de hadas, en dónde triunfa la justicia, por así decirlo.

Sin ir más lejos, creo que el resultado que consiguió Independiente no fue justo. En la balanza pesó más nuestros defectos que sus virtudes y por eso el marcador terminó así. Tres goles de Parra en que “solamente” tuvo que empujar la pelota a la red, sumado a que todas fueron en el área chica, te dicen algo, ¿no? Nuestra defensa les hizo las cosas más fáciles al ex Chacarita para que se llevara la Argentum a su casa. Dos goles de Play Station, un rebote de Aguiar y partido liquidado. ¿Nosotros? Hicimos las cosas como para convertir, pero el Ruso es un gran arquero. Y, para colmo de males, el árbitro Castro obvió un claro penal a favor nuestro. No digo que tuvo incidencia en el encuentro, pero, quizás, meter el descuento hubiera cambiado el trámite, quién sabe.

Antes de finalizar, quiero aclarar que la imagen con la que acompaño estas líneas no es una cargada a mi amado Club, ni mucho menos. Siempre intento que la misma tenga algo que ver con el título, pero no encontré otra que refleje el momento en el que transcurrimos. Poner algo relacionado al Infierno y a Independiente era muy obvio. Aparte hay que luchar mientras los números nos den, pero por ahora las matemáticas nos están esquivando. Estamos complicados, esa es la única verdad. Cuando estaba terminando esta nota, se dio a conocer que Vitrola Ghiso es nuestro nuevo DT, pero creo que era más importante hablar del partido del sábado. Dios lo ilumine y que traiga la salvación en su bolsito. Que sea un alto Ghiso.