Increíble. Sigo viendo la última jugada del partido
y no puedo entender cómo se nos escaparon esos tres puntos. Se había dado
vuelta un resultado, por primera vez en el campeonato se había gritado en casa,
estaba todo dado para festejar. Pero no, no se pudo.
Quizás haya que volver a ver el partido en frío y
darse cuenta que regalamos un tiempo. Teníamos enfrente un equipo quebrado
física y anímicamente luego de su compromiso entre semana por la Copa en la
altura. Pero los dejamos jugar, les dejamos mover la pelota y nuevamente nos
vimos en desventaja desde el arranque.
Como hacía una semana, la salida de Alegre parecía cantada. Sin embargo, en el entretiempo algo cambió: salió otro equipo, con
otras ganas, con otro ímpetu, con juego asociado, algo que sólo habíamos visto
en la primera fecha ante Vélez. Empezamos a creer que era posible, no solo el
empate, sino el triunfo.
Y el 10 la volvió a romper, el 10 volvió a anotar,
el 10 volvió a hacernos gritar y delirar. Se juntó con Wilchez, que pide a
gritos salir desde el arranque, y con un Nahuelpan que manejó a la perfección su
tarea de centrodelantero aguantando la pelota y descargando, era el Tigre que
queríamos ver, el que gusta, el que contagia, pero no alcanzó.
Uno trata de encontrar explicaciones, errores, y no
deja de pensar en por qué no fue Nahuelpan al área en la última jugada en lugar
de quedarse en la barrera. Pero de nada sirve, el daño está hecho, el mismo
jugador que había cometido un error fatal en el último segundo hace 4 días,
esta vez les dio el empate.
¿Que pasará ahora con Alegre? El equipo pareció
responderle, mandarle el mensaje de que lo bancan, de que quieren
seguir peleando juntos. Habrá que ver si ese último segundo del partido
juega en su decisión final.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO MATADOR - @Matador1MA