En este relato, Atlético parece salido de un cuento de hadas. Un día es como la Cenicienta, todos lo destacan como esa persona que entre tantos sobresale cuando pocos lo esperaban. Al otro, tiene un día para el olvido y se convierte en La Bestia. Pero existen días en los que empieza como aquella Bella que deslumbra a todos pero de repente se transforma en una Durmiente.
El equipo de Burruchaga volvió a pagar caro su falta de seguridad para cerrar y/o aguantar los partidos, algo que se reflotó en los últimos cuatro partidos. En Bahía, tras el empate, parecía que de contra lo ganaba pero los errores le sumaron una derrota. Con Racing durmió bastante, se despertó y lo dio vuelta pero nuevamente le bajó el sueño y otros puntos perdidos. En La Paternal, con lo poco que dispuso, tuvo varias oportunidades de traerse todo el oro pero “durmió” su eficacia en el área rival. Y ahora, volviendo a casa con Quilmes, la tarde venía perfecta, se ganaba 2-0 con claridad e inexplicablemente en un lapso de 5 minutos, dos distracciones derribaron el partido de una manera similar a la caída de las Torres Gemelas.
No se sabe bien que será, si el cansancio, el trajín de jugar tanto en tan pocos días, una cuestión futbolística, la falta del goleador más peligroso o un tema como algunos intentan sostener, proveniente del director técnico. No lo sabemos realmente, lo que sabemos es que a pesar de lamentarnos por los al menos 6 puntos que se perdieron en estas últimas semanas, hay que levantar la cabeza y no pensar en los errores pasados, sino corregirlos.
No hay que relajarse, hay que comerse al rival y no perdonarlo, porque como dice el dicho: “Cocodrilo que duerme, es billetera”.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO CREMOSO - @ExequielMelano
