Renunció Javier Cantero. Terminó una etapa y desde estas horas ya no tendrá sentido seguir culpándolo por los errores cometidos. Hoy, más que nunca, debemos ocuparnos del presente y de lo que vendrá.
El principal mal que afecta a Independiente es psicológico. Se evidencia con claridad dentro de la cancha, lugar donde no tiene jugadores inferiores a sus rivales, pero son superados por motivación y actitud. De esa forma, el equipo se encuentra superado, pierde todas las divididas y se lo nota desganado y perdido.
Entonces, ante tal inconveniente emocional, qué mejor que un sacudón. Qué mejor que un golpe para tocar fondo y renacer.
Bueno, da la sensación que peor no se puede jugar a lo mostrado en Junín frente a Sarmiento y que mayor simbronazo no puede haber más allá de la renuncia del mismísimo presidente. Que, en el marco de miles de decisiones mal tomadas, ésta, la última, finalmente parece la correcta, para descomprimir la situación.
Terminado el tema Cantero, la preocupación actual posee dos frentes: la reconstrucción institucional y futbolística. Para la primera, todos debemos realizar una fuerte autocrítica y pensar el futuro. Porque nosotros también somos responsables de este pobre presente.
Y en referencia al juego, tenemos que apoyar a Omar De Felippe y los jugadores más que nunca. Con ellos llegaremos a mitad de año, momento en el cual se sabrá si volemos a primera.
De esto se sale bancando. Con fuerza y esperanza. Hagamos el esfuerzo, por Independiente.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO ROJO - @GastonIbarra