Cansado de escuchar críticas despiadadas contra los jugadores. Harto de leer desmedidos insultos a un plantel que, desde ya, no ostenta demasiado nivel ni calidad. Podrido de ver cómo Javier Cantero sigue siendo blanco de descargas emocionales.
No quiero ni pretendo ensayar una defensa de los hombres que salen al campo de juego ni del Presidente, pero entiendo que el mal momento de Independiente tiene una causa principal, más allá de las accesorias que acabo de mencionar.
Hablo del tormento táctico en el que ingresó el Rojo en este 2014. Por decisión de Omar De Felippe, se preparó en la pretemporada y se apostó de entrada al 4-2-3-1, con Insúa, Rolfi y Pisano. ¿Qué pasó? De pronto, todo lo trabajado durante el verano y lo que se planificó a largo plazo como el conjunto titular, en poco tiempo quedó trunco y borrón y cuenta nueva.
Entonces, en el marco de jugadores mediocres y una dirigencia de preocupante cercanía con el error, ese descalabro y la necesaria reorganización táctica genera un desmonoramiento total, que funciona como un derrumbe en el cual se quiebra la base y el resto cae simultáneamente.
Con esto no quiero decir que el entrenador debe dejar su cargo, para nada. De hecho, pienso que De Felippe es un tipo excepcional, serio, trabajador y autocrítico. Pero, por otro lado, interpreto que es el principal responsable de la nítida falla en la planificación táctica, de cara al 2014.
Encima con este plantel limitado no resulta para nada sencillo recalcular y cambiar el chip que le habían metido desde principios de enero.
En definitiva, quiero afinar la puntería y tratar de entender por dónde viene la causa de este momento rojo, para no generar malestar por demás ni tirar mierda para todos lados. El técnico se pudo haber equivocado y está claramente comprometido con modificar el rumbo. Apoyemos con calma, por favor.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO ROJO - @GastonIbarra
