Retrocede cuatro casilleros. Pierde un
turno, pasa la oportunidad. Si esto fuese un juego de tablero esas serían las
caras que los dados nos hubieran mostrado. Lamentablemente no lo es. Si bien el fútbol
es un juego, no está marcado por el azar. Y todo lo que sucede en el mismo tiene
una causa y una consecuencia.
Todos los partidos del Millonario -hasta el
pasado con Colón- habían dejado algo de positivo. Ratos de buen fútbol,
movimientos interesantes, conexiones llamativas. Cada uno de los tres partidos
anteriores había fabricado una suerte de ilusión para la cabeza del hincha. O
por lo menos para mí.
Lamentablemente esta última fecha mostró la
peor cara de River en el torneo. Las miserias de un equipo que se vio aplanado
por un rival humilde con poco más que ganas y sacrificio. Posesión de más del
70%. ¿Qué hicimos con eso? Nada. Pocas veces supimos inquietar al rival, y eso
es lo que más me preocupa. Cómo teniendo tanto la pelotita no supiste qué hacer
con ella.
Cuesta hacer un análisis de cómo ese River
que tanto ilusionaba en la primera fecha llegó a las sombras. A la preocupación
de todos. Basta de la excusa del cansancio, todos juegan entre semana y la
periodicidad no debería ser un problema en un equipo entrenado, dejemos un rato
de escondernos en cuestiones extrafutbolísticas. Porque acá lo que cambió no
fue otra cosa que el fútbol que mostramos.
Hubo rendimientos que cayeron, cierto. Hubo
nombres que cambiaron, correcto. Pero la mayor diferencia estuvo, creo yo, en
el sacrificio. Perdimos con dos equipos que no derrochan fútbol, pero son
sacrificados. Y cuando ves tanto sacrificio de un lado empezás a ver que quizás
en tu equipo está faltando. Porque si bien la generación que antes nombraba es
necesaria para ganar, también es necesaria la otra parte, el correr los 90
minutos, el ir a todas como si fuera la última.
Sí, hermano. River decayó y mostró su lado
flaco. Pero así como decayó en dos fechas puede levantar. No nos comamos el
verso de las internas ni los conflictos, acá no hay cabaret. No hay un
vestuario dividido, ni fuerzas opuestas, no compremos pescado podrido. Jugás
bien y sos el Barsa, perdés dos partidos y sos el peor. Ahora resulta que la
continuidad de todos está en duda y nadie en River se lleva bien.
Lamentablemente éste es el periodismo que consumimos y fomentamos, el que nos
cuenta lo que le conviene porque vende más.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO MILLONARIO