No soy un especialista en mufalogía ni en brujería futbolística, pero tengo dos teorías: una de ellas es que el arquero que juegue contra nosotros en el Kempes y defendiendo el arco sur, va a tener un partido brillante. El 1 de Unión tuvo varias tapadas claves en el complemento, justamente en ese arco, mientras que en el PT no fue muy exigido, aunque Klusener le clavó un golazo. Parece que el arco sur le otorga habilidades especiales, de un gran portero. A saber: grandes reflejos, rapidez y fuerza en las piernas, un salto sobre natural, entre otros. El otro pensamiento que tengo es que el palo derecho del arquero está bajo un hechizo que provoca que la pelota al pegar en él, salga disparado hacía el otro palo y no para la red. Ya pasó contra Instituto y ahora de nuevo. Creer o reventar.
Este maleficio se da solamente en el Kempes. Porque en cualquier otra cancha del mundo, la pelota hubiese ingresado o el arquero se hubiera quedado en el molde ante el tiro libre que tenía destino de ángulo del Tin Díaz. Estamos en una etapa en que la fortuna no está de nuestro lado y que, aparentemente, es de transición. Tiene una duración determinada y para esto hay dos formas de superarlo: clavándola, al mejor estilo Ibrahimovic, de 35 metros como lo hizo nuestro goleador o resignarse a que no vamos a hacer otro gol y dejar que la señora suerte vuelva a Talleres. ¿Por qué no la trajimos como refuerzo?
Ahora bien, cuando un equipo tiene mala suerte y vive echándole la culpa a la misma, va a sufrir más de la cuenta. Como se dice, a la suerte hay que ayudarla y la mejor forma de hacerlo es empezar a ganar cuanto antes. No escribo nada de otro mundo, es más, ya soy redundante en mis notas porque siempre digo que hay que ganar a toda costa, pero es la realidad. Merecemos más de lo que concretamos y eso no es positivo para un equipo que tiene que sumar para escaparle al descenso. Sigo confiando en el equipo y sé que cuando entre una van a entrar todas. Y cuando logremos un triunfo, vamos a encadenar algunos más.
El problema pasa, aparte de lo futbolístico, en la mentalidad de los jugadores. Cuando las cosas no salen y tenés una mala tras otra, es difícil volver a ganar confianza. Lo fundamental es que Talleres no se acostumbre a perder y que ganar no sea una primicia o noticia de último momento. Espero que el dicho “el que mal empieza, mal acaba” no se cumpla para nosotros y que podamos revertir la situación. Sólo le digo una cosa, señor lector: confié en el equipo. Aliente más de lo que crítica y apoye a los jugadores más que nunca, aunque haya algunos que ni se merecen jugar al fútbol.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO ALBIAZUL