Antes de empezar a leer esta columna, quiero hacerle algunas aclaraciones al lector. Si usted considera que no se puede criticar a los jugadores, independientemente de que jueguen bien, mal o regular; deje inmediátamente de leer esta nota y vaya a desearle un buen día al Burrito Martínez por twitter. Si usted cree que Bianchi es un ser impoluto, que no comete errores, que lo que él decida, por algo será, y que las culpas siempre son ajenas; cierre esta ventana, y mírese un buen video del Boca del 98. Si usted está convencido de que la gestión del club, comandada por Mauricio Macri, gerenciada por Angelici, y ejecutada por figuras del Pro como Moscariello, Ríos, Ibarra y Pagani, es lo mejor que le puede pasar a Boca; no gaste tiempo leyendo estas líneas y póngase a inflar globos amarillos.
Ahora bien, si alienta en las buenas y en las malas, si es un agradecido eterno de Carlos Bianchi, o si cree que los dirigentes del club no hacen campaña política para la ciudad, pero a su vez usted tiene dos dedos de frente y es capaz de juzgar la realidad sin obsecuencias ni caprichos, lea tranquilo y reflexione conmigo.
Podría escribir una tesis sobre las cagadas de Zárate y las limitaciones de Grana. Creo que no me alcanzan las celdas del excel para enumerar los fouls sin sentido de Ledesma. No me dan las neuronas para recordar la última vez que el Burrito Martínez jugó un partido digno. No tengo dudas que la bipolaridad de Sánchez Miño puede ser caso de estudio en las universidades más prestigiosas del mundo. Crisis futbolística. El bajón es tan contagioso que hasta Orión calcula mal, Gago no hace la diferencia y Gigliotti no la mete más. Digamos que no es la primera vez que pasa esto en la historia del fútbol. Pero la actitud no se negocia, viejo. ¿Dónde están las ganas de estos tipos? ¿Cuándo fue la última vez que presionaron o que ganaron una pelota dividida? ¿Dónde dejaron el hambre de gloria? No me entra en la cabeza que no los conmueva vestir la azul y oro ni tener a la mitad más uno del país haciendo una fiesta todos los domingos para que se rompan el alma adentro de la cancha.
Bianchi no queda exento, es el padre de la criatura y tiene tanta responsabilidad como los once tipos que nos vienen amargando todos los domingos, desde hace seis meses. Un 4-4-2 mezquino que nunca usó en sus años de gloria en Boca y que no le funciona. Jugadores que no rinden pero que hasta el día de la fecha los considera intocables. Un pibe que la rompe en el verano y que no tiene una puta chance. El fin de la máxima bianchista "el inodoro en el baño y la heladera en la cocina": Erbes por derecha, Ledesma por el centro, Gago como responsable del armado de juego, Martínez y un intento en el mediocampo. Extraños refierzos. La motivación y la concentración made in Bianchi no surte efecto. El jugador no responde, es cierto, pero el DT tampoco logra llegarle.
¿Y la dirigencia? ¡Qué tipos macanudos! ¡Buena gente! Queriendo echar al DT y al 10 pero sin decirlo, sin pagar el costo, sin asumir responsabilidades. El manoseo a Bianchi con la lectura de su contrato por tv, y la posterior lavada de manos presidencial. Enzo Pagani usando las redes sociales para fomentar el antibianchismo y el antiriquelmismo. Declaraciones contradictorias y sin vergüenza de Angelici, etc.
La culpa de este mal momento es del chancho, del que le da de comer y del dueño del circo. Si arriba de todo es un puterío, es casi utópico pensar en un vestuario lleno de paz y armonía. Y mucho menos en un DT contenido y respaldado para que trabaje en paz. Ojalá Carlos se ilumine y demuestre una vez más por qué es el técnico más grande del país y patee el tablero de una buena vez por todas. Esto no se soluciona sacando a Zárate, acá se necesita un vuelco radical. Hay que cambiar nombres, esquema y actitud.
Lo único que hay que mantener es el aliento. Por eso el domingo vamos a estar ahí, haciendo la fiesta como cada vez que juega Boca, porque aunque no salgas campeón, el sentimiento no se termina.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO XENEIZE - @Roquelme