Ya está, se acabó, c´est fini. El 2013 es historia.
Si hablamos de fútbol, quedará en los archivos como un año sin logros, porque ganarle a las gallinas no es logro, es una costumbre. Lo recordaremos como el año que el Virrey no nos llevó a la final de la Copa, el año que terminamos en los últimos puestos. El año en el que soñamos con pelear un campeonato, y solo ganamos dos de los últimos nueve encuentros. El año en el que se rompieron 60 tipos. El año en el que los juveniles nunca explotaron, y en el que algunos consagrados demostraron no estar a la altura de la Primera de Boca.
A nivel dirigencial, quedará en la historia como el año en el que Angelici quiso construir otra cancha, y en que la gente terminó abrazando el estadio y gritando que la Bombonera no se toca. El año que vistieron al equipo de violeta y de rosa. El año en que salió a la luz la polémica connivencia entre barras y dirigentes. Un año más en el que Boca sigue siendo un club con las puertas cerradas para sus hinchas y vecinos.
Ojo, también quedará en la memoria, y por sobre todo en el corazón, el apoyo incondicional de la mitad más uno. El año que cuidamos nuestra casa. El año que juramos que el equipo nunca jugará en silencio, y alentamos desde la calle cuando no pudimos entrar a la Bombonera, y desde la puerta del hotel, cuando no nos dejaron ir de visitantes. El año que le hicimos la fiesta de bienvenida a Riber a la Primera División. El año que dimos vuelta el partido con Tigre. El año que Bianchi nos pidió perdón por no estar a la altura de tanto aliento. El año que terminamos dando lástima en la cancha, cantando para 11 tipos vestidos de rosa, como si estuviéramos jugando la final de la Copa Libertadores.
El 2013 es un año para el olvido pero que necesariamente debemos recordar. Porque en el 2014 los dirigentes tienen que empezar de una vez por todas a trabajar por un club para los hinchas, el Virrey va a tener que patear el tablero, Alfano va a tener que cambiar el librito, y los jugadores van a tener que dejar de pensar tanto en cortes de pelo y tatuajes para, de una vez por todas, romperse el alma por la azul y amarilla.
Llega el momento de parar la pelota, tomar debida nota y asumir responsabilidades.
Chau, felicidades.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO XENEIZE - @Roquelme