Es muy fácil hablar con el diario del lunes, por eso quiero dedicar esta editorial a Guillermo Barros Schelotto. Ese hombre que llegó a Lanús para hacer sus primeras armas como director técnico, sin experiencia alguna en manejo de un plantel, día a día va demostrando que los resultados son una consecuencia del trabajo.

Un DT es mucho más que una persona al frente de un plantel de futbolistas profesionales. Debe tener autoridad, ser respetado, admirado y hasta si se puede apreciado por sus dirigidos. Pero desde mi humilde opinión, Guillermo logró lo más difícil en este club, ser entendido por sus dirigidos.

Tuvo también el DT granate una virtud muy grande, saber rodearse de personas capacitadas y de bien como lo son su hermano Gustavo (con poca pero experiencia al fin) y el profe Valdecanos, según Carlos Bianchi y gran parte del ambiente, uno de los mejores preparadores físicos del mundo.

¿Quién de ustedes no creyó que estaba “Chapita” al presentar una formación plagada de pibes y suplentes contra Boca en una definición por el torneo? Es cierto que el horario influyó, que jugamos la final de la Copa, pero ¿era necesario tanto pibe? Sí, “Chapita" lo hizo y demostró saber por qué lo hacía. Porque de no ser por groseros errores arbitrales, hoy estaríamos hablando del baile de los pibes.

Por cosas como las antes mencionadas, quería pedirles a los dirigentes Granates que renueven el vínculo con Guillermo por muchos años más. Más allá de los resultados que se obtengan en las siguientes semanas, dejó bien claro que es un hombre de bien y capacitado para dirigir nuestra institución por mucho tiempo más.

Se acerca el miércoles y la primera final en Brasil, con un equipo que acaba de perder la categoría y viene con el orgullo herido. Confió plenamente en este plantel, que no le importa el rival que tenga en frente y que por sobre todo tiene un ideal: QUE SALEN A GANAR, QUE QUIEREN SALIR CAMPEÓN, QUE LO LLEVAN ADENTRO COMO LO LLEVO YO.