En varias notas detallé que el Mundo Talleres es muy cambiante. No quiero entrar mucho en detalle en esto porque sería repetitivo. Sin embargo, tengo que indagar en el mismo, más aún después del partido que perdimos ante Huracán. No encuentro explicación para las variaciones en el juego que se ven en la cancha. La semana pasada, en pocos días, habíamos jugado el peor y el mejor partido en el torneo. Luego de éste, el hincha pensaba que por fin íbamos a empezar a jugar medianamente bien y podríamos cerrar el año con una sonrisa.
Pero, señor lector y antes pido disculpas por ser tan reiterativo, el Mundo Talleres, en este caso en el “sector fútbol”, es parecido a un juego de mesa: de esos que tirabas el dado, sacabas la tarjetita y ésta decía “retrocede/avance dos casilleros”. El domingo pasado parece que la suerte estaba de nuestro lado y avanzábamos en la PBN. Sin embargo, anoche nos tocó tirar los dados de nuevo y esta vez la suerte se quedó en Córdoba durmiendo la siesta o recuperándose de la resaca tras el finde XL.
En el Palacio Ducó retrocedimos nuevamente y tuvimos un rendimiento preocupante. Sin ir más lejos, en el partido se pudo ver (otra vez) lo cambiante que es el Albiazul: un PT dónde jugamos un poco mejor que Huracán y merecíamos, por lo menos, la ventaja mínima. Un Talleres casi sin fisuras en cada línea. Ahora bien, en el complemento fue totalmente diferente: con sólo decir que no pateamos al arco, se puede deducir cómo jugamos. Para colmo de males, por un error en la defensa (vez un millón) abren el marcador. Si jugábamos mal en el 0 a 0, estando abajo fue peor.
Lo preocupante fue la actitud del equipo. No hay rebeldía ni uno que tome la lanza y vaya para adelante. Lo peor de todo esto fue que el Globo no jugó un partido perfecto ni mucho menos. Fue el mismo que viene jugando en el torneo y que intenta encontrar su norte. Por un error encontró el gol y después lo terminó de liquidar. Fue un cachetazo que nos hace ver que hay un Talleres de local y otro de visitante. ¿Por qué tan desparejos y distintos? Vaya a saber. Lo cierto es que en una fecha miramos los puestos de ascenso y a la otra estamos con la calculadora en la mano. Esto cansa un poco y la gente cada vez les tienen menos paciencia al técnico y a algunos jugadores. Así es Talleres, lamentablemente (o no). Predomina la irregularidad y los vaivenes en las 19 fechas que vamos disputando. Es como que todavía no hacemos pie y cuando creemos que lo hemos hecho, nos caemos de nuevo. Por eso estamos en la mitad de la tabla y mirando de reojo al descenso.
Quedan dos fechas y lo óptimo sería alcanzar las 30 unidades para irnos de vacaciones un poco más tranquilo. Pero hay un problema: el próximo sábado recibimos al puntero Banfield y luego del partido de anoche, cuesta creer que podemos dar el batacazo. De más está decir que el fútbol es impredecible y que de local jugamos mejor, pero en Talleres nada es seguro. Algunos quieren que termine ya el torneo para reordenar el equipo, pero hay una luz al final del túnel: en la fecha 22 visitamos a San Carlos, que todavía no ganó. Llegar a 27 puntos no estaría mal, pero no sería lo mejor. Hagamos como Mostaza y vayamos paso a paso, pero por favor, con un poco mas de regularidad. Basta de sorpresas, ya me cansaron un poco.
Por lo menos así lo siento yo.
Pero, señor lector y antes pido disculpas por ser tan reiterativo, el Mundo Talleres, en este caso en el “sector fútbol”, es parecido a un juego de mesa: de esos que tirabas el dado, sacabas la tarjetita y ésta decía “retrocede/avance dos casilleros”. El domingo pasado parece que la suerte estaba de nuestro lado y avanzábamos en la PBN. Sin embargo, anoche nos tocó tirar los dados de nuevo y esta vez la suerte se quedó en Córdoba durmiendo la siesta o recuperándose de la resaca tras el finde XL.
En el Palacio Ducó retrocedimos nuevamente y tuvimos un rendimiento preocupante. Sin ir más lejos, en el partido se pudo ver (otra vez) lo cambiante que es el Albiazul: un PT dónde jugamos un poco mejor que Huracán y merecíamos, por lo menos, la ventaja mínima. Un Talleres casi sin fisuras en cada línea. Ahora bien, en el complemento fue totalmente diferente: con sólo decir que no pateamos al arco, se puede deducir cómo jugamos. Para colmo de males, por un error en la defensa (vez un millón) abren el marcador. Si jugábamos mal en el 0 a 0, estando abajo fue peor.
Lo preocupante fue la actitud del equipo. No hay rebeldía ni uno que tome la lanza y vaya para adelante. Lo peor de todo esto fue que el Globo no jugó un partido perfecto ni mucho menos. Fue el mismo que viene jugando en el torneo y que intenta encontrar su norte. Por un error encontró el gol y después lo terminó de liquidar. Fue un cachetazo que nos hace ver que hay un Talleres de local y otro de visitante. ¿Por qué tan desparejos y distintos? Vaya a saber. Lo cierto es que en una fecha miramos los puestos de ascenso y a la otra estamos con la calculadora en la mano. Esto cansa un poco y la gente cada vez les tienen menos paciencia al técnico y a algunos jugadores. Así es Talleres, lamentablemente (o no). Predomina la irregularidad y los vaivenes en las 19 fechas que vamos disputando. Es como que todavía no hacemos pie y cuando creemos que lo hemos hecho, nos caemos de nuevo. Por eso estamos en la mitad de la tabla y mirando de reojo al descenso.
Quedan dos fechas y lo óptimo sería alcanzar las 30 unidades para irnos de vacaciones un poco más tranquilo. Pero hay un problema: el próximo sábado recibimos al puntero Banfield y luego del partido de anoche, cuesta creer que podemos dar el batacazo. De más está decir que el fútbol es impredecible y que de local jugamos mejor, pero en Talleres nada es seguro. Algunos quieren que termine ya el torneo para reordenar el equipo, pero hay una luz al final del túnel: en la fecha 22 visitamos a San Carlos, que todavía no ganó. Llegar a 27 puntos no estaría mal, pero no sería lo mejor. Hagamos como Mostaza y vayamos paso a paso, pero por favor, con un poco mas de regularidad. Basta de sorpresas, ya me cansaron un poco.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO ALBIAZUL