Si bien hace tiempo Independiente se encuentra en franca levantada y el rendimiento del equipo se encuentra en una curva ascendente, se puede esperar un traspié o un resultado indeseado por limitaciones propias o, como se conoce en la categoría, por canchas complicadas.
Más allá de que San Martín de San Juan es una institución que recientemente militó en primera, claro está que el estadio cuyano presenta características dificultosas, asociadas a la B Nacional. Sin contar con el clima ventoso del sábado pasado.
Sin lugar a dudas, el Rojo ha elevado su piso de nivel. Por estos días, un discreto rendimiento (como ocurrió en San Juan) significa un empate: un punto. Hace algunas semanas, lo mismo hubiera desembocado en derrota y preocupación.
El empate divide las opiniones en dos vertientes: los que valoran la paridad, que centran su discurso en la positividad y en la ventaja de sumar unidades. Pero, por otro lado, los más ambiciosos prefieren mirar la mitad del vaso vacío, la mediocre performance y el hecho de no haber alcanzado el triunfo.
Quizás la mirada más propicia estaría centrada en la que se valora el punto obtenido en un difícil reducto, tras haber sufrido la mala noticia relacionada a Cristian Tula, y remarcar también una carencia, que se sigue arrastrando en referencia a la gestación de juego y las deficiencias en los metros finales.
Así está Independiente hoy, indefectiblemente debemos aminorar las expectativas, saber apreciar pequeñas cosas, que hace algunos años nos parecía imposible depositar aliento y fe en este plantel y director técnico.
Estuvimos mal, estamos normal, vamos a estar mucho mejor.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO ROJO - @GastonIbarra