Juana Carla es de esas cordobesas hermosas, simpáticas, pero difícil. Muchos intentan entrarle, pero muy pocos tienen éxito.
Para colmo, el padre es un ruso guarda bosque, que cada vez que la nena sale de su casa, la rodea de varios matones. Los tipos están extremadamente entrenados y ante el mínimo acercamiento, se mueven estratégicamente y en bloque para cagarte a patadas, codazos, o lo que sea necesario para alejarte. El ruso siempre confió ciegamente en sus patovas. Nunca se imaginó que en un viajecito a Mendoza, se iban a distraer y un tipo como Sigali les iba a terminar vacunando la nena faltando 10 minutos para subirse al avión. Tendrían que haber visto la carita del ruso. ¡Mamita, la que se les viene a los patovas!
Por lo menos así lo vemos nosotros.
