Siempre sufrimos: primero con ese secuaz de Grondona disfrazado de árbitro, llamado Diego Ceballos, que nos robó –lisa y llanamente- contra Arsenal el pase a la final de la Copa Argentina. Un par de días después, un equipo golpeado física y anímicamente pudo hacer muy poco ante el Tomba y finalmente, tampoco pudo torcer la historia ante un Colón de presente paupérrimo, mucho peor que el del Albo. Ni ante esta oportunidad All Boys pudo sacar provecho.
Colón no era el rival, All Boys jugaba contra All Boys y no pudo superarse, apenas logró igualar. Es cierto que lo intentó y que debió sumar de a tres, ya que fue el único equipo en cancha, y en un primer tiempo jugado aceptablemente, generó tres o cuatro chances para romper el cero. En la segunda mitad, los de Falcioni estaban apurados, repetitivos con los centros, enceguecidos, y cometieron muchos errores. Los defensores estaban nerviosos, el mediocampo era una zona de paso donde nadie agarraba una pelota y el ataque nunca pudo llevar peligro al arco rival. Todos estos ingredientes se conjugaron en un partido malo.
Transformándome un momento en Adrián Paenza les explico el por qué el punto obtenido no suma, sino que resta. Es muy sencillo, All Boys debe tener como prioridad la tabla de los promedios y es ahí mismo donde cuando sumás una unidad en el torneo, el promedio se achica y cae, por lo tanto el punto, definitivamente resta.
Lo que queda es tratar de torcer la historia, entendiendo que la prioridad es sumar de a tres cuanto antes, sabiendo que si de esta manera los resultados no fueron los planeados, sería bueno pensar en cambiar algunos jugadores que no responden, o modificar el planteo, dejando de lado el fundamentalismo táctico, así como también el echar la culpa –casi exclusiva- de la magra cosecha a la falta de fortuna.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO ALBO
