Es la depresión más profunda y enigmática de la tierra. Allí habitan seres extraños, que soportan presiones inimaginables, y que cuando son llevados a la superficie explotan como pompas de jabón. Un mundo sumido en insondable oscuridad. Calamares gigantes, peces abisales que serán guisados en salsa de mostaza. Sin Nachos ni ratones, con garrapatas, sanguijuelas y osos que pasean por los bosques muy contentos.
Ya son muchos quienes intentan quebrar el récord de profundidad metidos en cápsulas que soportan la intensa presión... pero fracasan. E, inclusive James Cameron, el director de Titanic, descendió en una de dichas cápsulas para observar a éstas extrañas criaturas para futuros filmes. Sin embargo, se conformó con Avatar ya que retratar lo visto rayaba con el cine bizarro y no quería crear otra “Bad taste” al estilo Jackson.
No es Animal planet, ni National Geographic. No pertenece al libro Guiness pero ya no está tan lejos. Quizá lo logremos y nos den el premio frambuesa de postre o llenemos el globito de algún velocirraptor filósofo. Pero de fútbol, ni hablar. No hablemos de fútbol. No quiero hablar de fútbol.
No miro al Barsa, no miro a la selección ni ningún otro encuentro que no participe Racing, mi amada academia. Es más, no miro televisión, salvo alguna peli o documentales. Y fútbol… Hace mucho tiempo que no veo fútbol.
Final, no da para más.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO ACADÉMICO
