
Más allá de todos esos males todo siguió
intacto: el orgullo, el sentimientoy la pasión del pueblo canalla, ya que a
pesar de que semana a semana, mes a mes y año a año, el equipo no respondía en la
cancha, pero los guerreros seguíamos firmes, con algunos momentos más caóticos
que otros, pero siempre estábamos presentes para demostrar que el amor por los
colores estaba intacto.
En el segundo año en la B, con el ascenso casi
asegurado, el destino nos jugó una mala pasada y la chance de subir se nos escurrió
de forma inexplicable, pero real. En ese momento creíamos que habíamos tocado
fondo, pero lo peor no había llegado, lo peor estaba por venir.
Lo peor
sucedió en la fecha 11 el torneo de la B nacional 2012 – 2013. Tras la derrota
con Patronato (1-3), contábamos con un registro de 3 victorias, 3 empates y 5
derrotas, los ánimos por el piso, el 90% pedía que Russo deje la dirección
técnica (me incluyo) y el ascenso parecía alejarse otra vez. Aunque en ese
momento un gigante despertó, el equipo de Miguel metió una racha memorable de
17 partidos invicto (12 victorias consecutivas) y tras ese gran envión,
consiguió el ascenso sin atenuantes.
Al arrancar el torneo inicial, la mayoría de
los canallas teníamos los pies sobre la tierra, creíamos y creemos que el
objetivo es sumar para no sufrir con el promedio y queremos ver un progreso
sostenido y a largo plazo, pero cuando llegó el clásico nos olvidamos de todo
lo vivido, nos remontamos a ese partido, un partido aparte como muchos dicen.
Tanto Miguel, como Central saben afrontar
perfectamente esta clase de partidos, y cuando el encuentro tan esperado llego,
el marco era ideal: el gigante de arroyito estaba colmado como siempre, aunque
todos sabemos que la euforia en esta clase de partidos supera todos los
límites, los dos equipos se encontraban en el terreno de juego, las chicanas y
la previa ya quedaban de lado y la pelota empezó a rodar(todos sabemos lo que
ocurrió en los 90 minutos).Al finalizar el encuentro CENTRAL puso las cosas en
su lugar; demostró
perfectamente de que a pesar de que pasamos por la peor
crisis deportiva de la historia, a pesar de haber sufrido más de la cuenta para
retornar a primera y a pesar de todos los males que soportamos en los últimos
años, hay cosas que no se pierden, uno no se olvida de su historia, de
su mística, ni de sus costumbres, porque como todos sabemos ganarle a los pechos
es una de las costumbres más sanas que tenemos los canallas.
Más allá de todo lo dicho y hecho antes y
después del partido, ya sean declaraciones, bandeREZOS, restarle importancia al
partido tras la derrota, de los gestos incitando a la violencia por parte de
los pingüis del parque, yo prefiero
quedarme con lo lindo de este deporte, con el recibimiento al equipo, con la
garra, empuje y fútbol del equipo, con los 90 minutos de la hinchada, con el
estallido y la euforia al finalizar el encuentro, con las caras de felicidad de
todos los jugadores (titulares, suplentes, de inferiores, lesionados, fuera de
la lista de concentrados, etc) y sobre todo con las lágrimas y la emoción de
Miguel ÁngelRusso (me acuerdo de todo y lloro frente al monitor). Me quedo con
todas esas cosas que demuestran lo que es central, lo que es Rosario, porque no
olviden que Rosario es de Central.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO CANALLA