Llegar a la fama es una obsesión bastante común entre las personas. Muchas lo logran, por supuesto, y hay diversas maneras. Una es ser realmente bueno en la profesión de uno, una eminencia de alguna rama o un ícono cultural. También se llega siendo bueno en algún deporte. Esos son los menos. Otra es bailar en bolas en algún programa o señalar que te dejaste romper el upite por tal o cual famoso. Otra es entrar a un colegio en Cleveland, disparar 623 veces en un aula y matar a diez o doce pibes -ésta última es la conocida como "the american way"-. Si ninguna de estas funciona, te vas al programa de Anabela Ascar y hacés alguna bizarreada.
También podés prepararte para juez de línea y cobrar alguna pelotudez inexistente, como un adelantamiento de un arquero en un penal decisivo.
Por lo menos así lo vemos nosotros.
