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Flaco favor les haría, amables lectores, si les dijera que el resultado del encuentro en el intrascendente San Francisco, no fue justamente eso. Un resultado justo. Así como suena. Con todas las letras.
¿Justo por qué? Prima facie, por la desacostumbrada mezquindad del planteo de UNION para salir a cerrar el resultado. Un retraso en el campo de juego, al que nos habíamos desacostumbrado. En una cancha de miércoles, aunque se jugó el sábado. Feo, feo, más no se les puede pedir a los muchachos de verde casaca.
Si bien el golazo que abrió el marcador iluminó la esperanza de una sucesión de triunfos, se palpitaba el empate. Mal resuelto. Punto a corregir. Y que no pase de eso. Así como también hay que sacarse el sombrero (como siempre) por la banda que acompaño al equipo, a puro trapo y pasión.
A veces, el resultado es esquivo. Otras, el resultado es inmerecido. Y otras, como el sábado, el resultado es justo. Nada más. Nada que no se corrija con trabajo a futuro, que se presenta promisorio. Si, ya se, el torneo es largo. No me digan. Pero tampoco pueden decirme que no tenemos armas futbolísticas como para permitirnos una ilusión, que aunque temprana, no por eso deja de ser válida.
Por mi parte, igual que ustedes, seguiré haciendo lo único que se y puedo hacer: alentar, con el corazón. Así nos toque jugar en la quiaca y tenga que ver el partido como el sábado, mediante una pedorrisima trasmisión de un ignoto canal de Internet, o por radios online, o como sea.
Mientas mi corazón este a tu lado, UNION de mi alma, no te faltará apoyo, aliento. Mientras viva mi vida en genuino estado uniónico, el futuro no solo se presenta halagüeño, sino también posible. Nos vemos/oímos/leemos en la próxima. Acá voy a estar. Volviendo ronca mi garganta preparada para gritar el clímax, un gol, reiterada veces. Como debe ser. Como será mientras me quede un hálito de vida. Poco más, o mucho más, es lo que puedo hacer.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO TATENGUE -.
