"¡Jueguen, jueguen, jueguen!", era el permanente gesto de Omar De Felippe desde fuera de la línea de cal. Claramente ofuscado y con frecuentes ademanes de reprobación, ponía énfasis en la generación de juego con mediocres respuestas desde el campo por parte de los jugadores.
Daba la sensación que por más que sus gritos se escuchen desde la luna, igualmente resultaría imposible que Independiente muestre asociaciones, ensaye paredes o realice más de un par de pases seguidos de forma tal de crear espacios y contar con posibilidades de convertir.
Con el correr de los minutos, predominaban intentos individuales, remates de larga distancia, puras ganas y empuje en los últimos metros.
Daniel Montenegro continúa sin poder transformarse en líder ni conductor del equipo, al igual que el último tiempo, desde que regresó al Rojo a principio de año. Y sus compañeros también capacitados técnicamente, como Leonel Miranda, Matías Pisano o Martín Zapata (en menor medida) tampoco lo logran.
No obstante, en busca de esa mejora en el rendimiento colectivo, todavía confío en De Felippe y que, con el paso de los entrenamientos y los partidos, nos encontramos con un Independiente cada vez más sólido, compacto, aceitado y ofensivo.
Como notarán, me encuentro en el sexto párrafo y todavía no hice mención del gol, el cual llegó producto de la casualidad, como es un rebote, y fue concretado por un defensor central. Porque está claro que a los hombres de ataque no le podemos pedir demasiado. ¿Menéndez es jugador profesional? ¿Puede ser tan inofensivo y limitado?...
De todas formas esperemos que esta victoria sea el puntapié inicial de un crecimiento sostenido y sustentable en los próximos cotejos.
Ganamos, es verdad, pero el Rojo sigue en deuda con su gente. Habrá que mejorar, el tiempo lo dirá.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO ROJO - @GastonIbarra
