Historia repetida, segunda caída al hilo. Esta vez fueron en tierras misioneras, donde Crucero fue superior a Talleres y le ganó 1 a 0. El resultado ajustado no refleja lo que se vio. El Colectivero mereció tanto la victoria, que si no fuera por Santillo, la cosa hubiese terminado en goleada. Cuando el partido se moría, el Gordo Álvarez la cruzó y el arquero ex Banfield no pudo hacer nada. Todo se encaminaba al 0 a 0 y nos traíamos un punto de oro, pero se hizo justicia.

Digo que el punto era de oro porque mostramos nuevamente un juego muy pobre, a nivel individual y grupal. Sumado a que Crucero ya merecía ir ganando por 2 goles en el primer tiempo, este empate hubiese servido mucho en la tabla, aunque poco para lo que va del torneo. Sobre 15 unidades en juego y 3 partidos de local, solamente logramos 3 empates.

Sin embargo, en el fútbol no siempre 2 + 2 es igual a 4. Podés jugar muy bien y que te lo empaten en el último minuto. Pero ni esto, Talleres. Ni esto. Cada partido me da la sensación de que jugamos peor. Cambio de esquema, de protagonistas y la cosa sigue igual. Hay un bajón anímico increíble. ¿Dónde quedó ese Talleres con 20 y pico de partidos invicto, que daba la sensación de que no le ganaba nadie? Cronológicamente no fue hace mucho, pero futbolísticamente fue hace una eternidad. De local mostramos “mejor” cara que de visitante: en el Kempes nos sacaron puntos jugando de contra y luego aguantando el partido. Fuera de casa nos doblegaron y de milagro le robamos un punto a Unión en el 15 de Abril.

La paciencia de la gente se va agotando. No ganamos hace 6 partidos y el público de Talleres exige un triunfo como sea. Hasta el técnico que nos sacó del infierno tambaleó en su cargo, pero tiene una vida más el próximo domingo cuando recibamos a Sportivo. Cacho no encuentra respuestas en el equipo y eso lo tiene muy preocupado, como a todos nosotros. Como dice el título, estamos jugando de mal en peor. Sí seguimos así, vamos a sufrir con el bendito promedio de nuevo, cortando clavos cada fin de semana. Hace falta una vuelta drástica de timón para enderezar al equipo y empezar, de una vez por todas, el Nacional B. Parece que estamos dormidos, que no arrancamos. Como una liebre que duerme la siesta mientras se le escapa la tortuga.

Como dije la semana pasada, confío en este equipo; en sus jugadores, su técnico y la dirigencia. Todos juntos, con el Pueblo Albiazul, podemos torcer el rumbo. Tenemos un plantel con buenos futbolistas, falta que ellos rindan al máximo y que Cacho le encuentre la posición adecuada a cada uno. Pero repito: la hinchada de Talleres es muy exigente y puede llegar a sacar a un técnico de su puesto. Suficiente paciencia tuvo hasta ahora. Uno no paga su carnet de socio o su entrada solamente para alentar. También quiere ver a su equipo ganar. Se puede ir por amor, pero cualquiera se enoja si no encuentra respuestas en los jugadores a los que alienta. Yo les prometo fidelidad y amor eterno, ustedes hagan lo suyo y regalen alegrías a los que están en el tablón o en la butaca. Te voy a alentar cuando menos te lo merezcas, porque va a ser cuando más me necesites.