Sin dudas, desde que llegó a Boca allá por 1998, una de las enseñanzas más importantes que nos ha dejado Bianchi y su escuela, fue la del equilibrio. Quizás por eso nunca se lo encasilló ni como Bilardista ni como Menottista. El Bianchismo es la búsqueda de la regularidad, de una armonía prolija. Tanto él como sus equipos siempre fueron medidos. Cuidadosos en algunos momentos y agresivos en otros, austeros y vistosos, de presionar y de esperar, de poner y de jugar. De eso se trata el Bianchismo y con esa filosofía me identifico. Por tal motivo no puedo ser menos, y a partir de acá intentaré ser inteligente pero también apasionado, crítico y al mismo tiempo agradecido, contundente y a su vez reflexivo.

Si hablamos de nombres, está más que claro que los 11 no aparecen. Esta racha de victorias y derrotas no hacen más que confirmar la irregularidad en los rendimientos. En el comienzo del torneo Marín, Burdisso, Ledesma, Martínez y Blandi se perfilaban como titulares. En tan solo seis fechas podemos decir que todos aquellos tienen un pie afuera del equipo. Pero siendo justos, también hay que decir que más allá del bajón en el rendimiento de varios, aparece Erbes a un buen nivel para cubrir el lateral, el negro Ribair asoma como una posible solución en la cueva, Sánchez Miño de a ratos se anima a ponerse el equipo al hombro, Gago demuestra estar intacto y tiene todo para convertirse en una pieza clave, y en la delantera hay variantes que empiezan a pedir pista.

En cuanto al esquema, los opinólogos berretas se llenaron la boca hablando de que el equipo no anda bien con el clásico 4-3-1-2, y alimentaron la teoría con el gran partido que se hizo ante Vélez, en el que el 10 no estuvo en cancha. "El equipo juega mejor sin Román", "es más dinámico con el 4-4-2", y muchas otras críticas cargadas de odio a Riquelme que tuvimos que escuchar y leer la semana pasada. Pero llegó el domingo y ese brillante 4-4-2 mordió el polvo en Bahía, no supo qué hacer con la pelota durante los 90 minutos y pasó papelones.

Si nos detenemos en Bianchi, hay que ser honestos y decir que está cometiendo errores groseros, como seguir dándole chances a Burdisso, a pesar del buen rendimiento del negro vs Vélez. Y el error es doble, porque no sólo que Guillermo complicó la defensa el domingo, sino que además a Ribair en el medio le cuesta mucho afirmarse y convertirse en salida, por lo que el déficit también se sintió en la linea media. Y hablando del mediocampo, Ledesma parece tener una entrada vip. Bianchi lo trata como un intocable y eso es otro error del pelado, ya que Pablito viene haciendo agua hace mucho y no le vendría nada mal un descanso. La apuesta por Joel Acosta no ayuda en este momento, el pibe está con muchas dudas y el equipo no está como para andar sumando complicaciones. La delantera no remonta, el aporte del Burrito no alcanza, pero Bianchi está obstinado con el wing que trajo y no le da minutos ni a Cángele ni a Riaño. Asimismo, la chance para Gigliotti no llega, y a esta altura se cae de madura.

Pero como dije al principio de esta columna, no quiero perder el equilibrio que nos inculcó el Virrey. Por lo tanto, más allá de ser crítico y contundente, también quiero ser agradecido con Carlos por todo lo que representa para Boca. Bianchi nos hizo creer que era posible, nos convenció que podíamos ser los más grandes del planeta, nos llevó a la cima del mundo una y otra vez. Bianchi potenció a Samuel y a Román; a Guillermo, Palermo y a Carlitos Tévez. Inventó a Serna, Cascini, Traverso y hasta a Matellán. Se fue, volvió y volvió otra vez. Nos devolvió a Riquelme. Banca las balas que le llueven de todos lados. Pone el cuerpo por la causa, saca pecho y se hace cargo de su tropa. Y vos, yo y todos los "Soldados del Virrey" lo vamos a seguir apoyando en las malas, porque las buenas ya van a venir.

Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO XENEIZE - @Roquelme