Debatiendo con amigos quemeros pude escuchar que algunos se quejan de los refuerzos, otros del esquema táctico, también están los que descargan la bronca con uno, dos o tres jugadores puntuales y los que, como yo, todavía no nos animamos a tener sentencias definitivas sobre el equipo y el futuro.

El escrito de la semana pasada lo comencé con la frase de Ángel Cappa “el triunfo y la derrota son dos impostores”. Lo traigo a colación, nuevamente, porque desde mi perspectiva de los tres partidos que jugó Huracán este último fue el mejor a pesar de la derrota, que por otro lado fue muy distinta que la del primer encuentro con Crucero del Norte. Obviamente no estoy conforme y espero muchísimo más de este equipo, pero debo reconocer que suscribo a la teoría, a veces mancillada por los técnicos que hablan con el casete puesto, de que los equipos se deben ir formando y afianzando de menor a mayor.

Por otro lado, debemos tener en cuenta que el torneo es larguísimo, faltan 39 partidos, y que esto recién empieza. ¿Cuál es límite para preocuparse? No lo sé, pero me queda claro que tres partidos no lo son. Se perfectamente la situación que venimos atravesando desde hace cuatro años, el malestar, la mala predisposición y la ansiedad que ello genera, pero soy un convencido de que a Huracán o lo sacamos adelante entre todos o caerá en realidades mucho más oscuras y dolorosas que las del presente. 

¿Qué significa sacarlo entre todos? Que cada uno haga lo que vino a hacer y que nosotros, los hinchas, pongamos nuestro granito desde la tribuna, alentando. De verdad no entiendo, con el frio que hacia el otro día en el Ducó, contra Belgrano, a los que se quedaron para silbar al equipo. Yo se que fueron los menos, pero de verdad no tiene sentido. Como diría el viejo y querido choborra de la tv “seamos buenos entre nosotros”.

Claro que no soy tan necio y tribunero como para creer que la cuestión se resuelve en las tribunas y nada más. Me cuesta mucho entender el esquema de juego y creo que a varios jugadores también: Ferrero, que sigue con sus kilos de más, viene cometiendo muchos errores y pagándolos caro. Mandarino, que es un buen carrilero, está siendo desaprovechado con su posición de doble 5, y la falta de generación de juego me hace excusar la mala labor que desarrollaron Villafañez y Díaz. 

De todos modos, insisto con la idea de que este equipo está en formación, que el torneo es largo y que Huracán debe ir de menor a mayor, hasta que indefectiblemente se den los resultados. Este equipo no es el definitivo (ni en nombres, ni en esquema), ni alcanzó su techo en la tercer fecha. Debemos darle tiempo, confianza y aliento a estos jugadores para que no terminen como los planteles anteriores. Además debemos ser pacientes y confiar en el gran técnico que tenemos que sueña todas las noches, al igual que nosotros, con volver a primera.

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