NOVEDADES

06 agosto 2013

LÁGRIMAS DE ELEFANTE


06 agosto 2013

Expectativas. Esperanza. Ilusión. Serían algunas de las sensaciones normales a sentir cuando uno se dispone a ver a su equipo debutando en el primer partido del torneo… esto sin importar qué tan mala hubiera sido la campaña anterior: a diferencia de casi cualquier otro aspecto de la vida (política, amores, amistades), el hincha nunca se resigna, y nunca se rinde. En el caso de nuestra bienamada Academia, teníamos un paisaje prometedor. Empero, el fútbol siempre nos sorprende. Siempre.

Habiendo hecho este pequeño prólogo, podemos pasar a nuestro debut. A los tempranísimos dos minutos llega un gol bellísimo, armado, pensado. Distinto a los goles característicos del torneo pasado: quince jugadores en el área chica; bardo, bardo  y bardo hasta que alguien decía “uy, una pelota” y la metía. 

En los primeros minutos hubo frialdad, organización, sangre. Pero entonces, y de manera legítima, llegó el gol de Colón. Racing es un equipo que tiene una discapacidad enorme para remontar resultados y en todo el partido hubo errores muy marcados que dificultaron aún más modificar ese tibio y odiado empate (1 punto es 1 punto, pero el primer partido no suma puntos sino ilusiones). De Paul estaba muy solo arriba y la izquierda estaba yerma, deshabitada. Racing parecía tener dominio del balón y de pronto, como si se les intercambiaran los cables, Colón se colaba entre la desprevenida defensa como si nada.

Centurión -pases de baile mediante- nos deleitó con centros maravillosos, De Paul y Hauche hicieron lo que pudieron, Pillud hizo ni más ni menos que lo esperado: lujos y fisuras casi en cantidades iguales, mas suficientemente desproporcionadas como para sacar canas verdes; Corvalán de a ratos tenía puesta la camiseta de Colón, y entre altibajos Zucculini y Pellettieri no decepcionaron. Casi me olvido de mencionar a Cahais… lo que ocurre es que como mientras veía el partido casi ni lo vi ni lo oí nombrar me olvidé que era parte del plantel (Jugadorazo, pero irregular… Ja, es gracioso catalogar a un jugador de la Acadé como “irregular”, parecería ser más bien una característica intrínseca del equipo). 

Pero más allá de lo que se pueda criticar a la bipolar defensa y al inhóspito ataque (el demonio Hauche corre como condenado pero no vale como tres hombres, y el Chino vuela pero no es Superman), lo que quiero destacar es a Vietto. Un pibe que siempre nos sorprende, que siempre tiene un as bajo la manga… algún lujito, una de esas cosas que vayas perdiendo, ganando o mirando la tabla del descenso, te saca una sonrisa. Bueno, ese pibe, lloró. Y no lloró porque Mansilla haya jugado sucio todo el partido. No lloró por el penal no cobrado; por las faltas ignoradas. El pibe lloró por no poder hacer más, porque recuperado de su lesión en el muslo se jodió el tobillo en la entrada en calor; el tragín y el cansancio no jugaron a su favor y una patinada le dio la estocada final. Y tuvo razón, porque a pesar de la roja a Prediger, Racing se mantuvo indefenso e impávido ante su chance de dar vuelta el resultado. Seamos sinceros, con Vietto en cierta forma, también dejaron el campo de juego las posibilidades de llegar al 2-1.

¡Pero en fin! Dicen que los elefantes nunca olvidan. Y también se habla de lágrimas de cocodrilo. El cementerio de Elefantes es donde caen los grandes. Y Colón se llevó un empate no por haberlo merecido sino por haber sido Racing poca cosa. Metáforas de aquí, metáforas de allá. En Santa Fé no cayó un grande sino, la esperanza de los hinchas. ¡Pero ojo! A no confundir, que los cocodrilos tiene sangre fría, sin embargo a Vietto y a nosotros la memoria nos anda de mil maravillas.

Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO ACADÉMICO
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